Cómo aplicar las consecuencias

Siempre que vayas a aplicar las consecuencias de una mala conducta a tu hijo, trata de explicarle (si ya tiene uso de razón, o está empezando a pensar), las razones por las cuales tú vas a aplicar una consecuencia, o sea, el castigo.

Habrá cosas que a los pequeños todavía no les corresponde entender ni hacer por su edad, pero sí podemos fijarles límites aún desde edades muy tempranas.

No lo hagas en una forma autoritaria, o intempestiva, ni en una forma donde demuestres cólera o enojo, sino más bien dales razones. También es importante que ellos comprendan que las consecuencias son el resultado de no obedecer .

En otras palabras, si tu hija chiquita continuamente llega tarde a la hora de cenar, además no está sentada puntualmente en las comidas, no cumple con sus tareas, entonces vienen las consecuencias: perderá el privilegio de disfrutar aquellas cosas que solía disfrutar, además se le advertirá que si no llega a tiempo a las comidas entonces seguirá el castigo.

Esto deben entenderlo tus hijos, que las consecuencias son causa natural después de desobedecer.

Cuando nuestros hijos son pequeños es muy importante darles inmediatamente las consecuencias.

Los años más importantes son del primero a los tres, que son formativos, así lo señalan los profesionales de la educación. Pero muchos padres desperdician estos primeros tres años, dejando que el niño haga berrinches, o que llore largas horas, o rompa lo que le da la gana; dejan que el niño haga lo que quiera.

Existe la idea extraña y falsa en muchos padres de familia de que el niño después cambiará conforme pasen los años, pero ese es un gran error. Ten muchísimo cuidado, son en estos primeros 3 y 6años de edad donde tú deberás mostrar un cuidado sobrenatural sobre tus hijos.

El futuro de ellos depende de cómo hayan sido formados en sus primeros tres y seis años de vida, disciplinados en su carácter, con control propio, obedientes, etc. Después de esta edad es muy poco lo que se puede lograr, créemelo.

Una gran mayoría de padres de familia fallan en esto. Dejan que sus niños hagan berrinches, peleen, quiebren cosas, rompan toda clase de límite, lloren incansablemente y se salgan con la suya.

Ahí está la abuelita apapachadora diciendo: “Déjalo, son niños, tú también fuiste niño.” Creo que estos consejos dañan y destruyen mucho más de lo que pueden ayudar al niño.
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La obediencia es necesaria para los niños
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