El Gran Ausente en el Hogar: El Amor.
"El amor influye en la formación de nuestros hijos "
 

El amor verdadero, remedio infalible en la familia.
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

El amor es el remedio milagroso para curar todos los males de la familia, pero ha de ser un Amor Verdadero. No es cualquier clase de amor; estamos hablando de un amor que viene de Dios, es decir, un amor puro, desinteresado y que, nosotros mismos carecemos de él. Lo necesitamos de Dios.

Ese amor del cual te hablo cubre a nuestros hijos, los bendice, ayuda a estimular su crecimiento en su cerebro, en su mente, en sus emociones. Los lleva a ser muy provechosos y es, el amor de Dios.

La Biblia describe ese amor verdadero en 1ª. Corintios capítulo 13 versículo 1 en delante:

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El amor - que proviene de Dios - es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.

Sin el amor no somos nada, y aunque dé comida a los pobres, y reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo para ser quemado, si no tengo amor, de nada me sirve.

Cuántas veces hemos visto hombres millonarios repartir sus fortunas por filantropía, por tratar de ganar un lugar en la sociedad, pero realmente no los motiva el amor, sino más bien, desean obtener un lugar prestigioso en la sociedad y que digan de ellos: “...eres un gran hombre, un gran filántropo ”. Eso de nada sirve entonces.

Igualmente cuántas mujeres cocinan, guisan, planchan, arreglan la casa, se sacrifican, pero no lo hacen por amor ¡sino por obligación!

Luego sucede con tristeza que tratamos a nuestra familia peor que a los de la calle. Con los de fuera somos amables, les sonreímos, pasamos largas horas en conversación, estamos dispuestos a ayudarles. Pero tan pronto comienza una plática sencilla en el hogar, entre esposo y esposa ¿y qué pasa? Termina en una discusión amarga.

Las bases del amor
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