Por: Profr. Roberto Durán

El otro punto de la balanza es la vocación de ser padre, la cual no es fácil. Para muchos ser buen esposo es sencillo, pero cuando hablamos de la otra área donde hay una deficiencia, donde los padres no se han dedicado a los hijos como debiera de ser, entonces las consecuencias son terribles.

Los hijos van creciendo y el tiempo nos va ganando; hay un tiempo para cada cosa, hay diferentes etapas en el desarrollo y crecimiento de nuestros hijos, en las cuales necesitan mucho de la compañía y presencia de sus padres.

Quiero leerle un pensamiento de Pettit Sen:

“Los hijos se convierten a los padres en una recompensa o en un castigo”.

Entonces, ¿qué es lo que vamos a recibir de los hijos? La idea de “ser recompensa” se refiere a la satisfacción de ver a nuestros hijos como seres humanos responsables, como individuos que saben vivir la vida, gente que es exitosa, victoriosa en las cuestiones familiares.

Hace poco me buscó una persona y me estaba platicando que tenía grandes problemas. Su hijo adolescente había embarazado a una joven, pero la situación se complicaba, porque ahora el hijo comenzó a robar.

En una ocasión llegó la policía con su hijo y esta persona tuvo que dar una cantidad considerable de dinero. Continuamente estaba solventando las faltas de su hijo, salió embarazada la muchacha, y ella iba a pagar los gastos del embarazo y del parto; el muchacho robó y tuvo que dar dinero para que soltaran al muchacho.

Después de todo esto, la pregunta que uno se hace es, ¿de dónde surge un ser humano con tantas deficiencias, con una deformación de carácter tan terrible? Precisamente de la ausencia de la vocación de ser padre. Sin embargo, si en verdad usted se dedica a ellos, los hijos se forman y se crían y usted cosechará cosas buenas.

¿Cómo podemos comparar la dedicación paternal o la dedicación de ser padre? Yo le quiero contar una historia verídica que ocurrió hace ya muchos años. Consideremos los últimos momentos de la vida de Gary y Mary Jane, una pareja totalmente consagrada a su hija llamada Andrea. Esta niña tenía 11 años, ella estaba confinada en una silla de ruedas a causa de la parálisis cerebral.

¿Podrá usted imaginarse todas las atenciones que estos padres dedicaron a su hija? Desde darle de comer en la boca, llevarla para hacer sus necesidades, cambiarle los pañales, llevarla a una escuela de educación especial, dedicar un mayor tiempo para enseñarle las cosas básicas, créame, es una dedicación total y no hay descanso alguno.

En una ocasión esta familia viajaba en un tren Ántrax, pero este tren cayó al río después que una barcaza chocara con un puente del ferrocarril en Luisiana. Esto ocasionó que se derribara el tren cayendo al agua. La pareja pensó en su hija, no pensaron en sí mismos, e hicieron todos los esfuerzos posibles para salvarla mientras el agua inundaba el tren.

Finalmente lograron empujar a Andrea por una ventana para que el equipo de rescate pudiera sacarla, y mientras el vagón se hundía murieron los padres de Andrea, pero ella pudo vivir.

Con esta anécdota podemos entender lo que implica ser padre, dar la vida por tus hijos, no en el sentido literal de matarnos, pero en el caso de esta familia fue un hecho literal, cargaron a su hija entre los dos mientras ella vivía, ellos morían.

Efectivamente ésa es la vocación de ser padre, va más allá de dar dinero, de decir mis hijos están sanos; es una dedicación, es vivir para ellos. Desafortunadamente la gran mayoría de las personas no lo saben, muchos viven conforme a su trabajo, no entendiendo que el trabajo y todo lo que tienen es solamente un elemento para apoyar la familia.

Qué triste es ver personas que están viviendo solamente para obtener sus gustos, la casa o el carro que tanto desearon, pero no viviendo para los hijos. En una ocasión un matrimonio dijo: “preferimos comer de lo más sencillo, vivir en una casa de lo más sencilla, preferimos abstenernos de muchas cosas pero que nuestros hijos no se priven de sus padres, ni de la educación que podamos darles”.