Los adolescentes realmente quieren formar su propia persona, aunque son tan inestables en sus sentimientos que a veces dependen mucho de los padres.
A veces quieren buscar su independencia: van por aquí, van por allá. Esto hace que los padres se frustren y que fácilmente digan: "Ya estoy cansado, mejor que el muchacho haga lo que le dé la gana" . Qué peligroso es que un padre actúe así, porque está exponiendo a su hijo a riesgos potenciales.
Los adultos ya saben cómo pensar, cómo decidir, pero los jóvenes no. A veces empiezan bien, a veces mal, cometen errores, no saben juzgar correctamente, son impulsivos. Todo esto es parte de su crecimiento. Son retos que enfrentan en su juventud, y ellos no están preparados para enfrentar esos desafíos.
Entonces, una de las grandes tareas que se requieren en la adolescencia es que ellos aprendan no solamente a hacer cosas, sino el por qué de las cosas, el llevarlos a que razonen, que puedan preguntarse: ¿Por qué existo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué tengo este problema? ¿Por qué debo decirle no al alcohol?
Los muchachos requieren de respuestas claras y contundentes, que se les enseñe a razonar por qué no es bueno inyectarse heroína, por qué no es bueno tener relaciones sexuales antes del matrimonio.
Es muy distinto que el padre sólo esté diciendo: "No hagas", "No hagas", "No hagas", a enseñar al muchacho el por qué no debe hacer las cosas.
Si tú no les das respuestas a tus hijos, ellos no estarán satisfechos ni convencidos. Tú estás perdiendo tu tiempo papá porque mientras les dices a tus hijos "No hagas" , ellos te están preguntando "¿Por qué?"
Recuerda, si hay razonamientos al muchacho se le hará mucho más fácil obedecer. |