En el capítulo anterior vimos que en México y otros países latinoamericanos estamos utilizando la basura desechada por los países del primer mundo sobre educación sexual, la cual ha demostrado ser un fracaso total debido al alarmante incremento de embarazos y enfermedades de transmisión sexual en adolescentes.

         Vimos también que el “mito” del condón como preservativo resulta ser bastante defectuoso y hablamos, además, de los efectos que produce la “educación sexual”.

         No estamos diciendo que no sea correcto enseñar la sexualidad a nuestros hijos, sino que hay maneras correctas de enseñarla y que los padres somos los primeros responsables en esto, y si no sabemos, debemos prepararnos.
        
         No debemos evitar pensar en esto, más bien, hay que seguir hacia delante en la enseñanza y educación sexual, pero en el seno familiar, con maestros preparados y líderes espirituales que tengan el conocimiento acertado para orientar a nuestros jóvenes.