El papel de los padres en la educación de los hijos
Parte II

 

La verdadera educación
 

Educar, entonces, no es sólo combatir el mal, señalar y censurar los errores; educar es sobre todo estimular para hacer el bien, impartir buenas costumbres, valorizar las buenas obras y estimular. El exceso de críticas y de censuras elimina el incentivo y el deseo del bien. Pero apreciar y valorizar las cosas buenas estimula y anima a proseguir el camino del bien y a mejorar. El exceso de críticas y censuras lo vuelve inseguro, angustiado y alterado.

Señala con amor los errores de tu hijo, aprecia sus virtudes, incentiva el bien y valoriza sus buenas acciones. No te burles de sus fracasos o de sus palabras cuando las dice mal, cuando razona de una forma incorrecta; que la crítica, la censura y la reprensión sean siempre constructivas y no destructivas, positivas y no negativas.

Recordar errores pasados y ya perdonados, desestimula y desanima. No es agradable oír siempre la misma queja, oír siempre la misma melodía de las personas que persisten en tocar la misma tecla. Olvida los errores cometidos por tu hijo en el pasado, e incentiva el bien en el presente, valorizando sus buenas acciones, por pequeñas que sean y así, si él fuera malo, tratará de ser bueno, y si fuera bueno se esforzará para ser mejor.

Cuando los padres se relacionan con los hijos y realizan sus funciones, ponen en práctica unas tácticas llamadas estilos educativos, prácticas de crianza o estrategias de socialización, con la finalidad de influir, educar y orientar a los hijos para su integración social. Las prácticas de crianza difieren de unos padres a otros y sus efectos en los hijos también son diferentes.

Con las prácticas de crianza los padres pretendemos modular y encauzar las conductas de nuestros hijos en la dirección que ellos valoran y desean y de acuerdo a su personalidad. Por ello, se relacionan con dimensiones como el tipo de disciplina, el tono de la relación, el mayor o menor nivel de comunicación y las formas que adopta la expresión de afecto.

Si al afecto le diéramos alguna expresión o figura, la podríamos tener en el servicio a nuestros hijos, en el respeto, en estar con ellos y platicar, en establecer diálogos y vías de comunicación, en soportar sus errores y no burlarnos de ellos. Esto les afecta muchísimo. Hay que saber disciplinarlos, saber enseñarlos.

Es importante que aprendamos que educar a nuestros hijos requiere del ejemplo más que de las palabras, del afecto más que del dinero. Cuando tenemos un estilo no autoritario sino que los dirigimos con afecto y cariño, ellos aprenderán a no tener miedo de acercarse a nosotros y podremos dirigirlos con paciencia.

Pero si censuramos todas sus actitudes y estamos en desacuerdo con todo lo que piensan y hablan, pues no van a descubrir el verdadero sentido de la vida, van a vivir y no saben porqué estamos en este mundo. Esto debe ser la enseñanza que debe quedar sellada en su corazón para amar y hacer el bien. El amor nos une unos a otros, siempre edifica, trae unidad y conlleva a hacer obras de bien, acciones positivas que están dirigidas al bienestar. Una vida sin amor, es una vida vacía y sin sentido.

Es importante que los hijos aprendan de los padres, que en su corazón guarden los mandamientos de papá y mamá, que aprendan que esto les va a traer bienestar, paz y tranquilidad en sus vidas. Los padres compasivos y comprensivos que sabemos perdonar, soportar y pasar por alto la ofensa de nuestros hijos, estamos ganando el corazón de ellos. ¡Créemelo!

Hoy te hacemos un llamado a ser un padre comprometido en la educación de tus hijos, a no pensar que la escuela es la fórmula mágica para que tus hijos sean educados. La mejor escuela de la vida es el ejemplo, son padres afectuosos que saben crear una atmósfera familiar donde los hijos aprenden a amarse y a respetarse, a dar y a recibir; un padre que esté siempre cercano para ayudar a sus hijos en todas sus necesidades, que sepa sacar tiempo al tiempo para estar con sus hijos.

Este es un llamado para que contribuyamos con nuestros hijos y entendamos que la escuela solamente es la extensión de la familia, que no tendrá el aprovechamiento que buscamos si en la familia no educamos primeramente.

Muchas gracias por su atención.

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