Cómo afectan las metanfetaminas a los jóvenes

 

Efectos a largo plazo
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

  • Efectos físicos
  • Corazón: pueden dañar el corazón directamente al reducir el oxígeno a las células y al tejido, y al incrementar el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Los efectos pueden variar desde un ritmo cardiaco desordenado hasta la falla del sistema nervioso cardiovascular, o sea, la muerte.
  • Sistema respiratorio: los adictos suelen sufrir de problemas respiratorios debido a la falta de oxígeno, vasos pequeños de sangre pueden reventarse en la nariz, garganta, pulmones, causando sangrado interno. Pueden desarrollarse úlceras en la corteza interior de la nariz.
  • Sistema gastrointestinal: las metanfetaminas pueden dañar directamente el estómago e intestinos, causando úlceras estomacales y numerosos desórdenes gastrointestinales.
  • Hígado: pueden contraer hepatitis B y C, las cuales atacan el hígado por medio de actividad sexual y por intercambiar diferente tipo de narcóticos. Dicha enfermedad puede entonces ser transmitida a miembros de la familia. Los síntomas incluyen: náuseas, dolor abdominal y tono amarillamiento de la piel.
  • Cerebro: la metanfetamina tiene lo que los investigadores llaman un efecto neurótico, o sea, la droga daña directamente las células cerebrales y particularmente aquellas células que producen los neurotransmisores de buenas sensaciones (dopamina y serotonina).

         Con el tiempo la metanfetamina parece reducir niveles de dopamina en el cerebro, lo cual puede tener un efecto desastroso en el temperamento y el movimiento corporal y puede resultar en síntomas como los de la enfermedad de Parkinson, un desorden severo en el movimiento que se caracteriza por temblores incontrolables, pérdida de balance y dificultad al caminar.

         Técnicas en la producción de imágenes muestran que las metanfetaminas tienen efectos similares a la cocaína, causando una reducción de la actividad cerebral y flujo sanguíneo en varias áreas. Ya que la metanfetamina incrementa el ritmo cardiaco y la presión sanguínea, el uso prolongado puede llegar a dañar permanentemente los vasos sanguíneos en el cerebro y causar un paro cardiaco.

         Los ataques al cerebro, como son llamados ocasionalmente, ocurren cuando un vaso sanguíneo sufre una ruptura, interrumpiendo el flujo sanguíneo aparte del cerebro y, por consecuencia, matando las células cerebrales en las áreas adyacentes.

         Aún cuando los investigadores tienen cuidado al enfatizar que más estudios son necesarios para asesorar los daños a largo plazo causados por la metanfetamina, no dan lugar a duda que la droga causa extensos daños cerebrales. Nora Volkow, doctora y directora del Instituto Nacional del Abuso de las Drogas en los Estados Unidos de Norteamérica, dice:

“Podemos decir con certeza que los que abusan de metanfetaminas necesitan ser observados por sus doctores durante el envejecimiento para determinar algunos efectos neurodegenerativos como el Parkinson. La reducción de dopamina que ocurre en el cerebro en estos individuos al pasar de los años, como también la pérdida que experimentan con el uso de metanfetaminas puede resultar en síntomas similares a aquellos con la enfermedad de Parkinson.

Nuestros tres primeros hallazgos: pérdida de dopamina, inflamación total del cerebro y pérdida de habilidades motoras y cognitivas documentan los efectos adversos de la metanfetamina al cerebro humano.”

  • Efectos psicológicos

         Los adolescentes que usan metanfetaminas en forma regular pueden experimentar síntomas emocionales y temperamentales a largo plazo, incluyendo: ansiedad, paranoia, depresión severa, tendencias al suicidio, agresividad y corajes violentos. Los adolescentes que usualmente son amables y gentiles pueden repentinamente llegar a estar enojados, paranoicos y violentos, aparentemente de la noche a la mañana.

         El uso crónico de metanfetaminas también puede causar psicosis prolongada llamada desorden delusional de anfetaminas o psicosis de anfetaminas. Los síntomas incluyen: paranoia extrema, ansiedad severa, ataques de pánico, alucinaciones visuales y auditivas y corajes violentos.

         Dice Sharon, de 16 años: “Estaba dejando la metanfetamina y queriéndome arrancar la piel. Mi madrastra me seguía preguntando qué me pasaba y me fijaba la mirada, sólo me miraba. Yo le dije: ¡Deja de mirarme!, pero ella seguía mirándome. Seguía alejándome, pero ella continuaba siguiéndome, estaba temblando y sudando y me sentía tan enferma, juro que quería matarla. Ella me siguió hasta la cocina y tomé un cuchillo y le dije: ¡Si no dejas de mirarme te voy a matar! Si ella no se hubiese ido del cuarto la hubiera acuchillado. Yo estaba loca.”

Tolerancia, sobredosis y muerte
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