La preadolescencia
 

“¡Es que no me comprenden!”
 

Por: Dr. Salvador Cárdenas

Debemos de comprender al preadolescente, a medida que el hijo se acerca a la adolescencia adquiere más independencia. Es indispensable mantenerse emocionalmente cercano a él, pues ya no es el niño de siete años que corría a las faldas de la mamá y jugaba con el papá. El preadolescente está buscando un poco de independencia, está buscando entender y ver la vida de forma distinta.

El hecho de que sea difícil estar emocionalmente cercano al hijo en esta etapa no quiere decir que no sea importante. Es igualmente importante que en los años anteriores, incluso más importante todavía; ellos están por llegar a una etapa de la vida que tiene sus complejidades y por eso, más que nunca, debemos estar cerca de ellos y ser sus amigos.

Cuando eran niños esto era muy fácil, el papá era el todo para ellos; pero al llegar a la preadolescencia, lo que quieren es tener amigos, ser socialmente aceptados e identificarse con algún grupo. Esto torna la relación padre-hijo un poco más difícil y el preadolescente comienza a pasar más tiempo solo en su cuarto. Esto vuelve la comunicación más difícil.

En la medida en que las actividades de la escuela, los nuevos intereses y la vida social exitosa se vuelven más importantes, el hijo va a buscar mayor privacidad y, en su mente inmadura, considerará la relación con usted como menos importante. Sin embargo, usted sigue representando la base en el hogar y la principal fuente de protección, amor y paciencia que él necesita.

No debemos tomar como algo personal el hecho de que nuestro hijo adolescente busque estar a solas durante algún momento; es normal que se aparte, debemos aprender a respetarlos. Los niños en esta edad necesitan mucho más amor y comprensión, pero llegan a un punto en que difícilmente se comprenden ellos mismos, sus valores cambian un poco y empiezan a identificarse a sí mismos ante la vida.

Si la conexión entre el padre y el hijo permanece a esta edad, el hijo tendrá más seguridad, la cual fortalecerá su entereza, necesaria para salir adelante en los retos de la vida. Más que nunca, los padres de familia debemos ingeniárnosla para tener una comunicación cercana con nuestros hijos y al mismo tiempo aceptar que ya no hay una dependencia absoluta del hijo hacia el padre.

Hay que saber respetar sus momentos de privacidad, pero también hay que tener la sagacidad y sabiduría para estar cerca de ellos, para que el día de mañana no sean unos desconocidos para nosotros, ni nosotros alguien lejano a ellos.

Muchos padres cometen este gravísimo error y les dicen a sus hijos: “Ya no eres un niño, arreglártelas tú solo. Vete a jugar con tus amigos, no te quiero cerca de mí. Debo atender a tu hermano más chico.” Nunca debemos dejar solos a nuestros hijos.

El hijo preadolescente puede actuar como si el deseo del padre de guiarlo, no fuera bienvenido ni necesario, e incluso, al percibirlo puede sentirse avergonzado. En ese momento, los niños comienzan a confiar más en sus compañeros y solicitan tener espacio y privacidad. Por ello, usted puede esperar que la puerta de la habitación de su hijo permanezca cerrada más tiempo, lo cual no significa que se deba perder la conexión emocional por completo.

Si usted, como padre, pierde la conexión emocional con su hijo en esta etapa, no va a ser ninguna influencia en su vida, lo cual es un error que podría lamentarse gravemente.

Los padres, la principal influencia
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