La comunicación entre padres e hijos
 

¿Qué sucede cuando no hay comunicación?
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Recuerdo el caso de un joven cuya madre se la pasaba sentada frente al televisor, mientras él tenía una necesidad muy grande. Se paraba junto a ella y le decía: “mamá, quiero hablar contigo” y la madre seguía con la vista fija en la televisión, como si no lo escuchara. Después de insistir varias veces, la mujer volteaba y decía “si mi hijo, te escucho, habla” y volvía a fijar la vista en el televisor.

El muchacho le hablaba y le explicaba la situación y la mamá solo decía “sí, sí hijo, al rato”. Entonces se dio cuenta de que no estaba siendo escuchado y simplemente se retiró para no volver a hablar, ya que no encontraba una respuesta. Y la mujer, absorta en la telenovela, no alcanzaba a entender la necesidad de su hijo.

¡Qué terrible! Muchos jóvenes nos platicaban que se reunían, tratando de llenar su vacío y soledad, pero lo hacían de una manera incorrecta. Algunos confesaron que bebían, fumaban, tenían novio porque no encontraban el amor en casa. Se les notaba una presión muy fuerte a tener relaciones sexuales o a hacer cosas en contra de sus principios.

Cuando veía a todos esos jóvenes yo me preguntaba: “¿Qué se va a hacer con estos jóvenes? ¿Qué institución podrá ayudarlos?” Sinceramente, es un trabajo enorme y estamos tan limitados, tenemos tan poco alcance para cubrir toda esa necesidad que hay en ellos.

Entonces pensaba: “cada uno de estos jóvenes tiene un padre y una madre”. Si cada padre y madre se hiciera responsable del cuidado y de la formación de su hijo, el problema se resolvería. Realmente, la solución es muy sencilla, el problema es que no se hace y para empezar, hay una gran falta de comunicación entre padres e hijos.

Hubo casos dramáticos que cuando los escuchamos nos impactaron mucho. Una jovencita nos narró que tuvo problemas de abuso por parte de un familiar y llegó incluso a demandarlo a las autoridades, pero no encontró ninguna respuesta. Yo le pregunté: “¿hablaste con tus padres?” y ella respondió: “si, pero no me creyeron”.Fue una respuesta llena de dolor y la joven rompió en llanto, ella sólo quería alguien con quien platicar y soltar toda su frustración, dolor y tristeza.

La gran responsabilidad de los padres
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