Cómo Criar Campeones I - "Educando e instruyendo a nuestros hijos"
 

¿Por qué mi hijo se porta mal?
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

       Es importantísimo conocer a tu hijo. Tú debes discernir, buscar el motivo que hay detrás de la mala conducta de tu hijo: ¿por qué tu hijo se porta mal?

       Muchos niños pueden estar teniendo mala conducta desde el primer año de edad hasta los nueve, porque detrás de ellos hay una situación de estrés o ansiedad provocada, ya sea por acontecimientos familiares, hermanos que los molestan, divorcio, mudanza de casa, de escuela, de ciudad, etc.

       Lo primero que debes decirle a tu hijo cuando presenta una mala conducta es: “Estoy dispuesto a comprenderte, pero quiero preguntarte ¿qué te hace enojar, qué te hace ser rebelde, qué te hace desobedecer?” Que te responda qué le está pasando.

       Muchos padres de familia no se toman este tiempo para hablar con sus hijos y solamente los castigan. Muy mal hecho papá y mamá, recordemos el analizar qué está detrás de la mala conducta de nuestros hijos.
      
       Entendamos también que el niño en sus primeros años no tiene control sobre sí mismo. Va a querer agarrar el florero de la sala, subirse al sofá, derramar pintura sobre las telas, va a querer hacer y coger, tomar objetos que no le corresponden. Es obvio que él no va a entender qué está pasando en esa edad de 3 a 6 años. Simplemente se ve impulsado por sus propios deseos; quizás las emociones, lo que ve, lo que siente, empieza a descubrir el mundo, a palpar, a tocar con sus manos, a descubrir colores.

       Es ahí donde los padres debemos razonar por ellos y enseñarlos a razonar y decir: esto no se toca, esto no se agarra, esto no debe hacerse así, etc. Estarlos entrenando continuamente.

       Siempre que vayas a aplicar las consecuencias de una mala conducta a tu hijo, trata de explicarle (si ya tiene uso de razón, o está empezando a pensar), las razones por las cuales tú vas a aplicar una consecuencia, o sea, el castigo.

       Habrá cosas que a los pequeños todavía no les corresponde entender ni hacer por su edad, pero sí podemos fijarles límites aún desde edades muy tempranas.

       No lo hagas en una forma autoritaria, o intempestiva, ni en una forma donde demuestres cólera o enojo, sino más bien dales razones. También es importante que ellos comprendan que las consecuencias son el resultado de no obedecer.

       En otras palabras, si tu hija chiquita continuamente llega tarde a la hora de cenar, además no está sentada puntualmente en las comidas, no cumple con sus tareas, entonces vienen las consecuencias: perderá el privilegio de disfrutar aquellas cosas que solía disfrutar, además se le advertirá que si no llega a tiempo a las comidas entonces seguirá el castigo.

       Esto deben entenderlo tus hijos, que las consecuencias son causa natural después de desobedecer.

       Cuando nuestros hijos son pequeños es muy importante darles inmediatamente las consecuencias.

       Los años más importantes son del primero a los tres, que son formativos, así lo señalan los profesionales de la educación. Pero muchos padres desperdician estos primeros tres años, dejando que el niño haga berrinches, o que llore largas horas, o rompa lo que le da la gana; dejan que el niño haga lo que quiera.

       Existe la idea extraña y falsa en muchos padres de familia de que el niño después cambiará conforme pasen los años, pero ese es un gran error. Ten muchísimo cuidado, son en estos primeros 3 y 6años de edad donde tú deberás mostrar un cuidado sobrenatural sobre tus hijos.

       El futuro de ellos depende de cómo hayan sido formados en sus primeros tres y seis años de vida, disciplinados en su carácter, con control propio, obedientes, etc. Después de esta edad es muy poco lo que se puede lograr, créemelo.

       Una gran mayoría de padres de familia fallan en esto. Dejan que sus niños hagan berrinches, peleen, quiebren cosas, rompan toda clase de límite, lloren incansablemente y se salgan con la suya.

       Ahí está la abuelita apapachadora diciendo: “Déjalo, son niños, tú también fuiste niño.” Creo que estos consejos dañan y destruyen mucho más de lo que pueden ayudar al niño.

Obedecer es renunciar a la voluntad propia
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