La Prisión de la Amargura
 

La mente está agobiada
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Si hay algo que realmente está siendo afectado en el cuerpo humano es la mente, que cada día es más débil, hay gente que ya no quiere ni pensar y cuando nos levantamos en la mañana nos sentimos nerviosos, inquietos, no hay sosiego en el alma.

Podríamos decir que nuestras vidas son como una barquita que va en un mar en tempestad y que cada día se suman más tormentas y huracanes que hacen difícil navegar y llegar al destino final, y esos son los problemas, son las aflicciones que muchísimas personas hoy están experimentando. ¿Y dónde rebota? En la mente.

Hay familias jóvenes hoy en día que quisieran tener un mejor ingreso económico, que quisieran poder lograr el sueño de su vida, un hogar, una casa. ¿Sabías que hoy, aunque trabajen el esposo y la esposa, no ganarían lo mismo que lo que ganaban los hombres de sueldo, hace 30 ó 40 años?

La idea de muchos al llegar al matrimonio es una casa con cuatro cuartos, varios closets, una cocina amplia, jardín y algunos hasta sueñan con alberca en la casa, sin embargo, esta promesa realmente no la han logrado cumplir por las condiciones económicas que se viven.

Hoy en día son millones de bebés que nacen en nuestro país, en nuestro continente americano y la economía no podrá crear trabajo para tantos millones y millones de bebés.

No es malo que estén naciendo los bebés, es una bendición cada uno de ellos y debemos amarlos y proteger la vida desde el vientre de la madre y estar en contra de privar la vida de un bebé dentro del vientre de su madre.

Sin embargo, es razonable pensar la preocupación que sobreviene a muchísimas personas que dicen: “somos muchos y hay pocas oportunidades de trabajo”.

Y además podemos ver que aun trabajando papá y mamá no sale lo suficiente a veces ni para mantener la casa y eso genera un estrés fuerte, un afán y una tensión nerviosa, porque las cosas siguen subiendo de valor, los recibos del agua, del teléfono, de la luz, esos nunca dejan de subir, siempre están en incremento y a veces se espanta uno cuando llega el recibo de la luz, dice uno: “caray, mi sueldo ni siquiera da para eso”.

Recuerdo una mujer a quien tuve el privilegio de atender en una sesión de consejería matrimonial:

Ella vivía con una gran amargura y resentimiento con su esposo porque él era un hombre que no sabía escucharla y que no le prestaba atención, siempre estaba distraído en su televisor, en sus deportes, en su vida personal, y ella se acercaba en busca de afecto, se acercaba en busca de comunicación, en fin y no encontraba eso en su esposo.

Y eso la llenó de amargura y la fue llevando a esa prisión, se envolvió tanto en esos sentimientos al sentirse incomprendida, no aceptada por su esposo, rechazada, que llegó a agriarse su carácter, al grado de estar constantemente irritable, nerviosa, inclusive desconfiada o mal pensada de los demás.

Inclusive llegó a pensar que las personas solo buscaban provecho de ella, pero que realmente nadie la amaba y su carácter llegó a afectarse, de tal manera que empezaba a alzar su voz en forma de gritos, de enojos, de corajes fuertes, etc.

Sin embargo un día esta mujer decidió de todo su corazón perdonar a su esposo, decidió cambiar las cosas en su hogar y empezar ella a dar el primer paso y automáticamente pudo abrir esa prisión de angustia en la que se encontraba, salió y ya su alma se sentía libre de aquellos sentimientos que la oprimían, de aquellas actitudes de su esposo hacia ella que tanto la afectaban, su alma se sentí renovada, con vigor y fuerzas.

Ahora veía las cosas desde un punto de vista totalmente diferente, porque su vida ya no estaba centrada en sí misma, sino estaba centrada totalmente en su prójimo, en este caso su esposo.

Y claro, sucedió que aprendió a amar a su esposo y cuando su esposo vio el cambio en ella, fue el primero en cambiar su actitud y ahora es un matrimonio ejemplar y feliz.

La llave que abre la prisión
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