¡Qué triste es ser niño!

Entrevista con activista social

Por: Lic. Elena de la Torre

-Permítame un segundo por favor, licenciada. Vamos a recapitular lo que hemos visto hasta ahora. Hemos tocado la problemática de los niños que sufren, hemos hablado del trabajo forzado infantil, de los niños soldados, de la pobreza infantil, de los niños huérfanos y de las causas que llevan a la orfandad. Ahora estamos tocando el tema de los niños de la calle.

Vamos a reflexionar unos momentos en esto, pongamos en nuestra vida la meta de abogar por los niños, la sociedad más vulnerable y menos protegida en Latinoamérica.

Licenciada, nos iba a hablar del testimonio de Abel, ¿no es así?

-Si, Abel es otro niño que conocí en Sudamérica. Este niño ha vivido en la calle toda su vida. Su problema es que es huérfano de padre y madre y me contó que ha vivido en la calle durante 14 años.

Hablando con él, me comentaba su gran anhelo de que alguien lo adoptara o al menos fuera su amigo. Alguien que lo sacara de esa situación en la que él vivía, ya que su única labor era mendigar en las calles y dependía de la bondad de otras personas para poder sobrevivir.

-Usted me platicó antes de comenzar el programa acerca de este niño. Se me quedó muy grabado algo, usted invitó a comer a Abel, se sentó en su mesa junto a otros conferencistas y cuando usted vio que el niño terminó su plato, usted le dio el dinero suficiente como para pagarse otra comida.

Lo que me llamó la atención fue que Abel tomó ese dinero y se lo dio a otra niña pobre, explíqueme eso, por favor.

-Si, así fue. A mi me sorprendió mucho este evento. Uno siempre piensa que los niños de la calle quieren sólo el dinero y que, dándoselos, van a estar felices. Pero no es así. Los niños de la calle quieren atención, cariño y alguien que los adopte. Quieren a alguien que se preocupe por ellos, ya que han llevado una niñez terrible.

A este niño lo invitamos a comer. Tuvimos algunos problemas porque la gente del restaurante no quería que Abel entrara. Yo les dije: “Es mi invitado y yo lo estoy trayendo a que coma conmigo”. Ya no me pudieron decir nada.

Estuvimos platicando con él y nos contó que nunca había ido a la escuela, que no sabía leer ni escribir, que su vida era pepenar en las calles y que realmente vivía muy triste y me dijo: “¿Por qué no me adoptas? ¿Por qué no me llevas a vivir contigo?”

Tratando de ser linda con él le di un poco de dinero para que pudiera comer durante unos días más. Saliendo del restaurante, yo vi personalmente como se lo dio a otra niña que estaba en la calle y me dijo: “Yo no quiero tu dinero, yo quiero tu amistad”.

Aquí vemos un perfecto ejemplo de niños de la calle que sólo quieren afecto y que alguien se preocupe por ellos.

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