Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Para contestar a esta interrogante debemos saber que el abuso sexual de niños puede ocurrir dentro de la propia familia, por un padre, padrastro o hermano u otro pariente, como tíos, abuelos, novios de las madres o fuera del hogar por un amigo, vecino, niñero o niñera, cuidador, profesor, entrenador o molestador oportunista.

En la actualidad el mismo riesgo de ser agredido sexualmente lo tienen las niñas o los niños.

Existen evidencias de que el agresor siempre es mayor que sus víctimas y que la finalidad del abuso sexual es la gratificación sexual de la persona mayor de edad que utiliza a los niños como objeto de placer sexual. Esto nos habla a qué grados de depravación estamos llegando en estos días, donde se pierde el respeto.

Quiero hacer aquí un paréntesis: ¿cómo no va haber un desenfreno del abuso sexual infantil, con tanta pornografía que se transmite a través de los medios de comunicación ya sea impresos, la televisión, los anuncios panorámicos, las revistas, la promoción de vinos y licores con mujeres semidesnudas o desnudas en muchas ocasiones o de cualquier producto ya sea belleza o hasta anuncios de comidas con mujeres en posiciones sensuales, incitando al hombre.

¿Hacia quién va el ataque de toda esta corriente de inmoralidad que tenemos hoy en día contra los más vulnerables de nuestra sociedad? ¿Quiénes son los más indefensos? ¿Quiénes son los más vulnerables? Los niños, así es.

Es frecuente que el incesto, o sea la agresión sexual por algún familiar se repita con las sucesivas hijas, es decir, hay casos donde el padre abusa sexualmente de cada una de sus hijas o selectivamente de algunas de ellas.

En la consejería matrimonial y en la terapia familiar hemos encontrado casos de mujeres jóvenes literalmente destruidas por los efectos de un abuso sexual departe de un familiar, ya sea un padre, o padrastro, etc.

Los efectos son devastadores como dije al principio, son terribles, desastrosos, son traumas muchas veces imborrables. Los culpables son el 99% de las veces varones.

Las mujeres suelen perpetuar estos abusos más a menudo en guarderías y en escuelas. La incidencia en padrastros es aproximadamente 5 veces superior a la observada en padres biológicos.