Nacidos para perder I – Triunfadores en potencia nacieron para perder

Las tres áreas principales de mayor cuidado en los hijos

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Hay tres áreas principales donde los padres debemos trabajar con nuestros hijos para poder ayudarlos en esa jornada de la niñez y adolescencia, hasta la etapa adulta, sin que sufran daños permanentes:

Primero: Una conexión entre los padres y los hijos

Esto es importantísimo, porque uno de los grandes problemas hoy en día es que los muchachos se sienten desconectados de papá, así:

“Papá no me entiende, es anticuado, nada más me dice que no haga... mamá vive regañándome, pero ninguno entiende mis luchas, no entienden mi vacío, no se dan cuenta que mis amigos, para poderme aceptar en su grupo y poder tener su amistad en la escuela me piden que fume, que me eche mis tragos, que pueda tener relaciones con mi pareja. Mis papás no me entienden, solamente me prohíben cosas, pero no se relacionan conmigo”.

¿No será esto una gran realidad en muchísimos de nuestros hijos hoy en día? Claro que lo es, las estadísticas lo gritan: Este año millones de jóvenes en México ingresarán a las filas de consumidores de alcohol, tabaco y relaciones sexuales promiscuas.

Esta generación de jóvenes necesita padres que sepamos vincularnos con ellos, caracterizarnos mediante una relación cálida, amorosa, que les brindemos estabilidad a nuestros hijos para que ellos puedan florecer socialmente.

Es importante para el desarrollo saludable del adolescente que haya lazos de conexión entre los padres y los hijos. Aquellos cuyos padres se interesan por ellos y se relacionan con ellos, son menos propensos a caer en vicios y depresión. Pero cuando los padres no tienen esta simpatía por sus hijos, ocurre lo contrario.

Segundo: Monitorear las actividades de nuestros hijos

Esto quiere decir estar al pendiente, estar cerca de ellos, tener un genuino interés en sus actividades.

Aquellos adolescentes que tienen padres que conocen a sus amigos, que conocen sus presiones, que les dan tiempo para estar con ellos, se interesan por ellos y además mantienen una relación en el contexto de amor, se sienten felices y satisfechos.

Muchos padres no se interesan en las actividades de sus hijos. Los abandonaron en la adolescencia diciendo: “Que mi hijo haga lo que quiera, ya está grandecito, ya es un hombrecito...”¿Cuál hombrecito, por favor? Si el chamaco apenas tiene 13, 14 años. No sabe ni cómo se llama, necesita el apoyo, la guianza de su padre.

Tercero: Llevarlos a una autonomía psicológica

Esto quiere decir respetarles sus ideas, aunque sean contrarias a las nuestras. Animarlos a que aprendan a razonar y a pensar en una forma independiente, es decir, que tengan creencias, que puedan entender sus sentimientos, expresar su amor, etc.

Si nuestros hijos siempre están dependiendo de nosotros para todo y no saben tomar decisiones y no saben cómo enfrentar los retos en la escuela, cómo decir no a las drogas, no al alcohol, realmente no estamos formando una independencia psicológica en sus vidas.

Lo opuesto a una independencia psicológica es el control psicológico. Esto es muy dañino, y está caracterizado porque en vez de ayudar a que nuestros hijos tomen decisiones por ellos mismos mediante el razonamiento, el entrenamiento y los buenos ejemplos, es simplemente tratar de cambiarlos haciéndoles ataques personales, quitándoles nuestro amor, induciéndolos a sentirse culpables emocionalmente, etc., y es cuando tratamos de controlarlos  psicológicamente diciendo: “No hagas esto, si no te voy a hacer aquello”.

O sea, en vez de enseñarlos a razonar y a que sean independientes, que desarrollen su mente, su razonamiento, su forma de sentir, su forma de pensar, tratamos de controlarlos mediante presiones, castigándolos seriamente, quitándoles privilegios, diciéndoles “ya no te quiero”, “así no me gustas”, “vete de la casa”.

Pero ¿qué queremos obtener? Que nos obedezcan ¿en base a qué? A la presión, al control psicológico. Cuidado, porque aunque parece que estás ganando terreno en la conducta de tus hijos, después resulta que tus hijos aborrecen tu manera de ser y se forman terribles barreras.

Aquellos padres que son agresivos, violentos, que no razonan con sus hijos, que simplemente quieren imponer sus pensamientos, sin respetarles sus ideas, sin sentarse a platicar con ellos y a puros golpes y amenazas tratan de controlar a sus hijos, sólo van a lograr un control psicológico nada más, pero no una independencia psicológica en ellos.

Esto significa, que sus hijos van a ser atrapados por las drogas, por el sexo promiscuo, por la depresión, por la homosexualidad, por conductas o desórdenes de personalidad, van a fracasar en la vida.  Son nacidos para perder porque no hubo padres cerca de ellos.

La combinación de conexión, monitoreo y autonomía psicológica puede sonar simple, pero evita muchas frustraciones en tus hijos y los puede llevar realmente al triunfo en sus vidas.

Es indispensable invertir tiempo en tus adolescentes
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