Por qué decimos NO al aborto I - Nuestros argumentos

Evidencias de dos vidas diferentes

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Otra declaración de los grupos que se pronuncian a favor del aborto, es esta: “El feto es sólo una parte del cuerpo de la mujer embarazada, como sus amígdalas o su apéndice”.

Al respecto podríamos comenzar a hacer una serie de razonamientos. Si usted toma una porción de tejido de una persona y la analiza, encontrará un código genético que será hallado cualquier otro tejido de su cuerpo, incluso en su sangre.

Pero si usted analiza una muestra de tejido del nuevo ser, va a encontrar que éste tiene un código genético distinto. ¡Esto habla de otro ser humano! Así como tenemos huellas digitales, las cuales son distintas en cada persona; el código genético es distinto en cada persona también.

El RH puede ser también diferente al de la madre, sus tipos de sangre diferentes.

La madre a veces puede morir y el niño vivir, o viceversa. Es decir, han habido ocasiones en donde la madre muere en algún accidente, pero el feto sigue vivo. Esto nos confirma que son dos seres distintos, no un solo ser.

Ahora bien, el feto es realmente quien lleva el control de su desarrollo y del embarazo. A. W. Liley, de Nueva Zelanda, es conocido como el padre de la fetología. Uno de sus muchos logros fue la primera transfusión intrauterina de sangre. El doctor Liley ha declarado lo siguiente:

“Fisiológicamente tenemos que aceptar que el ser concebido está, en gran medida, a cargo del embarazo. Biológicamente, en ninguna etapa podemos probar la visión de que el feto es apenas un apéndice de la madre.

El embrión detiene los periodos de la madre y hace su útero habitable, desarrollando una placenta y una cápsula de fluido protector para sí mismo, regula el volumen de su propio líquido miótico y aunque las mujeres hablan de la ruptura de sus fuentes, estas estructuras pertenecen al feto, no a las mujeres.

Finalmente, es el feto, no la madre, quien decide cuándo debe iniciarse el trabajo de parto.”

El doctor Meter Nataniels, de la Universidad de Cornel concuerda. Él dice:

“El cerebro del ser aún no nacido envía un mensaje a su propia glándula pituitaria, la cual a su vez, estimula la corteza de adrenalina que segrega una hormona que estimula el útero de la madre, para que se contraiga.

Una mujer inicia el trabajo de parto, no porque su cuerpo esté listo para expulsar el cuerpo del no nacido, sino porque él está listo para dejar el cuerpo de ella. Aún el feto se autorregula solo. Por lo tanto, este ser no es parte del cuerpo de la mujer”.

Esto nos llega a concluir con una respuesta lógica: estar dentro de algo no es lo mismo que ser parte de ello.

En 1974, el Congreso de los Estados Unidos votó unánimemente a fin de postergar la pena capital a una mujer embarazada hasta después del parto. Cada congresista, incluso aquellos con tendencia a favor del aborto, sabía que este bebé no nacido era una persona aparte, inocente del crimen de su madre, y fue por ello que se impidió la ejecución, para proteger a su hijo, un ser humano con vida y derechos propios.

Un pequeño ser, pero al fin ser
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