La Vida: ¿Opción o Derecho?

¡Haz recibido la más valiosa herencia!

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Un texto muy interesante de las Sagradas Escrituras dice así:

He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
                                                                            Salmo 127:3

Lo más preciado que Dios nos puede dar, es un hijo. Si Él es el Creador, ¡herencia grande nos ha dejado, para confiarnos una criatura suya!

Un hijo en los brazos de su padre o madre, saca a la luz los sentimientos más tiernos que puede haber dentro del ser humano.

Aun personas grandes, fuertes y corpulentas, cuando toman en sus manos a una criatura tan frágil, tan necesitada e indefensa, han roto en llanto al ver la ternura y fragilidad de un niño.

Tener un hijo es la oportunidad de demostrar todo nuestro amor, de dar todo el afecto, todo lo que somos.El bebé es una persona a quien podemos dar todas nuestras expectativas, nuestras metas.

Un hijo es alguien a quien puede amarse sin límites, a quien podemos serle de beneficio y apoyo; es una oportunidad para aprender a amar y crecer en esos valores que fomentan la dignidad del ser humano: amor, comprensión, paciencia, compañía, apoyo e instrucción.

Cuando una mujer, en el antiguo oriente, no podía tener un hijo, era estigmatizada como si estuviera mal delante de Dios, era una gran tragedia no poder tener hijos. Se valoraban muchísimo.

Dios ama a los niños, los ama mucho. Murió por ellos, para que pudieran tener una vida eterna también. Son sus pequeñitos, él espera que cuando crezcan sean hombres útiles, de bien y de provecho.

Pero hoy vivimos tiempos en los que parece que la sociedad ya no ama a sus hijos.

Cuando digo que no los ama, no me refiero a un sentimiento; la gente puede tener muchos sentimientos y emocionarse con un bebé o afligirse mucho cuando a su hijo le pasa algo.

Pero en la vida práctica, el compromiso de dar y poner su vida por los hijos, los desvelos, trabajos, esfuerzos, parecen ser rechazados por la sociedad. La gente no quiere batallar, pasar por incomodidades, ni comprometer su libertad personal, sus metas y proyectos de vida.

Mucho menos la sociedad quiere recibir a esos pequeños que vienen con problemas o discapacidades, de los cuales no son culpables. Y la sociedad, lejos de amarlos, los está matando.

Se atreven a valorar más a un animal, a un huevo de una tortuga, a una ballena, que a los niños. Eso está dando como resultado, una sociedad cada vez más insensible e inhumana, menos compasiva, cuando lo más preciado que se nos ha dado para crecer en amor, son los hijos.

No sólo no se les ama, se les asesina. Ojalá medite en esto.

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