Conociendo el gran valor de la Gratitud
 

La cultura del cuidado
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Desarrollemos en familia la “cultura del cuidado”, es decir, aprendamos a cuidar las cosas que tenemos en casa; esto es parte de la Gratitud. En otras palabras, si te costó mucho algo que no tenías y ahora lo tienes, pues cuídalo.

Cuántos niños hay que no cuidan sus juguetes. Se les muere el perrito o el pececito por falta de cuidado, por falta de atención, no lo alimentaban, y es que no veían tampoco que papá o mamá cuidaban su casa; por ejemplo, la casa está en desorden, está tirada, el patio sucio, nunca limpian las cosas, no lavan el auto…

Cuidar las cosas no es ser materialista. Simplemente, si nunca había tenido un carro, y ahora lo tengo, pues soy agradecido por tenerlo, y lo cuido. El carro me costó, o les costó a mis padres, y mi manera de expresar esa gratitud, es cuidándolo.

Pero cuando los hijos no ven ese ejemplo en sus padres, siguen ese camino: maltratan y descuidan a sus mascotas, destruyen los juguetes, a sus monitos les rompen las manos, las piernas, porque no los valoran realmente.

Cuántos adolescentes desperdician cosas de mucho valor en casa: la comida, el papel higiénico, el agua, cosas que cuestan bastante. La computadora nueva de papá, ya no sirve porque el muchacho le descarga archivos y aplicaciones que ni son útiles ni sabe bien cómo hacerlo. No aprecian ni valoran las cosas y no son agradecidos con las cosas que se les dan porque no han aprendido a valorar.

Volvemos al punto: los hijos deben ser instruidos en todo, es decir, deben ser enseñados. Que aprendan a apreciar lo que tienen, que conozcan el valor de las cosas.

Hay que aprender a valorar todo: sus objetos personales, los juguetes, la ropa, los cuadernos, su cuarto, su casa, su mascota, todos los bienes que tienen, y cuánto más a las personas. Cuánto más a esas personas tan valiosas y que tienen el privilegio de tenerlas en casa.  Que aprendan a valorar a sus padres, a sus hermanos, a sus abuelos, a sus amigos, a sus vecinos, incluso a sus maestros de la escuela. En otras palabras, que aprendan a valorar a las personas con las cuales interactúan.

Una pregunta que se puede hacer a los niños al final del día, en esos momentos de convivencia y reflexión familiar, es ¿Qué hiciste hoy por tu hermano? ¿Qué hiciste en esta semana por tu papá, por tu abuelo? ¿Cómo le demostraste tu gratitud y tu aprecio?

Apreciar es valorar. Las cosas se aprecian porque se reconoce el gran valor que tienen; de igual modo se estima a las personas porque son muy valiosas.

Vayamos a la raíz
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