cuando se ama al niño y se le corrige. Hay el concepto de no castigar al niño, porque eso es bueno para el niño, lo cual es contrario a su bien mayor.
La mayoría de los libros y seminarios desde 1950 acerca de la crianza de los hijos, han despojado a los padres, de manera efectiva, de la capacidad para hacer frente al desafío de corregir y castigar al niño, cuando sea necesario.
En primer lugar, estos escritores o autores sobre la crianza de los niños, escriben como si el comportamiento del niño nunca será malo, y le han quitado a los padres las herramientas para hacer frente a este comportamiento.
Este mal consejo, de no corregir ni castigar a los niños para dirigirlos a que no sean rebeldes ni desobedientes, ha dado lugar a un tipo de parálisis en el trato con los niños. Ante la falta de "permiso" para intervenir y dirigir, los padres se quedaron con sólo su enojo y frustración en respuesta a un comportamiento desafiante.
EL ORIGEN DE LA REBELIÓN DE LOS ADOLESCENTES
¿Qué hace usted cuando su niño lo insulta o se rebela?, ¿quedarse pasivo?, ¿dejar que siga creciendo en su infancia con ese comportamiento?, y ¿esperando que el amor y la bondad broten en el niño cuando tenga seis años?
Los padres se dan cuenta de que todos los pequeños infantes empiezan a sentirse enojados y tiene alguna conducta destructiva, y necesitan ayuda de corrección y disciplina para corregir esos arrebatos.
Los padres no podemos tener una actitud pasiva en la instrucción, corrección y castigo desde que son bebés, y así sucesivamente, en cada etapa de su vida. Los amigos y familiares le pueden criticar a usted por corregirlos, tal vez
hasta le dirán que eso arruinará el carácter de sus hijos. Pero si sigue ese consejo de no corregirlos, sus amigos y familiares tendrán razón: Usted va a traer un niño malcriado, y ¡tal vez una casa llena de ellos!
La recomendación de estos escritores y autores de la conducta pasiva, y no activa, ejerciendo los padres su autoridad para corregir al niño, anima a los padres a permanecer pasivos a través de los años de formación, cuando el respeto a la autoridad tan fácilmente puede ser enseñada a sus hijos.
Su filosofía se basa en la noción simplista de que los niños desarrollarán actitudes dulces y amorosas si los adultos lo permiten y animan sus rabietas durante la infancia. Esta actitud pasiva de parte de los padres, que no colaboran en la crianza del niño, conduce directamente a la rebelión de los adolescentes, en los niños de carácter fuerte.
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