En América Latina aún hay hogares cimentados en valores que luchan por no ceder ante tantas amenazas ideológicas, culturales y de libertinaje que tienen a los padres nadando contra corriente… la esperanza está en aquellos padres que reflexionan y que asumen seriamente el desafío de ejercer su rol de forma responsable, para convertirse entonces en buenos modelos y así influenciar, de forma positiva, a sus hijos e hijas, nietos y nietas.

Javier Angulo - Vicepresidente de Enfoque a la Familia

 

Apreciados lectores, queremos invitarles a reflexionar –y tomar acciones- en este tema de urgencia en nuestra sociedad. Valores como “la vida”, “el respeto”, “el amor”, “la dignidad” y “la esperanza” están muy escasos en nuestro mundo, en nuestros hogares, en nuestras escuelas, y tristemente, entre aquella generación venidera que hoy se conforma por niños y adolescentes que están sobreviviendo al derrumbe moral de nuestros días.



Hoy es posible asesinar un ser humano y no ser sancionado por ello. ¿Lo puede usted creer? Médicos y enfermeras que juraron  servir y proteger la vida humana, hoy trabajan en clínicas de abortos, matando a sus semejantes; jóvenes y adolescentes deciden matar seres vivos engendrados en su propio vientre, sin temor ni culpa. Por otro lado vemos jóvenes usando armas de fuego y aniquilando a sus propios padres, maestros, vecinos y compañeros de escuela. ¿Se valora la vida? ¿A dónde se ha ido el valor de la vida humana? No, no está presente en la familia ¡menos en el gobierno y sus leyes!




Multitudes de hombres y mujeres han albergado una rebeldía tan grande en su corazón, que hasta rechazan su propia naturaleza, cambiando su género y sexualidad con vestidos, implantes y cirugías. La rebeldía está en el corazón de millones de jóvenes; rechazar toda “imposición” es su estilo de vida: rebelarse contra sus padres, contra la sociedad, contra la moral, contra Dios ¡y hasta contra sus propios cuerpos! ¿Valores? ¿Dignidad? ¿Dominio propio? ¿Respeto? ¿A dónde se han ido?



Una gran amargura, resentimiento, coraje y deseos de venganza desborda en las relaciones humanas. El odio ha destruido millones de hogares en el mundo. No solo el aborrecimiento entre razas ha provocado trágicas pérdidas;  también la violencia entre cónyuges, y el rencor entre padres e hijos están dejando heridas muy profundas en los cimientos de las relaciones humanas. ¿Amar? ¿Perdonar? ¿Ser pacientes? Parecen términos obsoletos en la sociedad.



Buscar exclusivamente la felicidad propia sin importar la felicidad de otros. Ese es el principio que gobierna las intenciones humanas. Riqueza material, comodidad propia, beneficios personales, placeres, adicciones, adulterios, robos, todo lo que el ser humano quiera, sin límites… no importa que sufran sus hijos, sus padres, o sus allegados, lo que importa es su propia felicidad. Hoy se exalta el egoísmo. ¿Servir a otros? ¿Negarse a uno mismo, por amor? ¿Qué es eso?



El deseo insaciable de ejercer poder y dominio sobre el prójimo también está corrompiendo un sinfín de relaciones en todos los niveles, desde hombres machistas y misóginos que humillan a sus esposas, mujeres rebeldes que desprecian a sus maridos, padres autoritarios, niños y adolescentes que acosan y escarnecen a sus compañeros de escuela (bullying), y adultos que tratan con desprecio a sus semejantes y compañeros de trabajo… hasta los gobernantes que cometen los actos más injustos con descarada vileza, con tal de obtener mayor poder y alimentar su orgullo y soberbia aunque para ello pisoteen los derechos y dignidad de sus gobernados. Principios universales tales como “el servicio da autoridad” y “mejor es dar que recibir”, están desapareciendo.

¡Qué sociedad! Y todo esto ya había sido advertido por las Sagradas Escrituras a través del apóstol Pablo:

“…que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella…”  2ª Timoteo 3: 1-5a

En chicos y grandes vemos cumplida esta profecía: adolescentes, jóvenes, padres de familia, políticos y gobernantes con un carácter corrompido por la maldad… ¡tiempos muy peligrosos, sin duda!

VALORES: Una especie en extinción

Pero volvamos al punto: los valores brillan por su ausencia. Los valores o virtudes humanas, están casi extintos hoy día.

Necesitamos despertar del letargo donde estamos. ¡Padres de familia, maestros, DESPIERTEN! El mundo depravado de hoy está devorando a nuestros jóvenes y niños. No les está dejando absolutamente nada de VALOR en sus vidas. Todo es placer, sexo, dinero  y violencia. ¡Nuestros hijos están creciendo huecos! ¡No es justo! ¿Por qué hay más niños bebiendo alcohol? ¿Por qué hay más jóvenes recurriendo al suicidio? ¿Por qué hay más madres adolescentes? ¿Por qué más niños en el narco y las guerrillas? ¡No conocen a Dios ni conocen los valores! ¡No conocen otro tipo de vida! Ni en la televisión, ni en sus libros, ni en sus propios hogares han conocido que hay otra opción de vida mucho más alta, que hay dignidad, que existe el respeto, que aún existen la esperanza, el amor y la pureza.

¿Hace cuánto que no se levantan personajes heroicos y ejemplares en nuestros jóvenes? Y no los veremos a menos que comencemos a hacer cambios de raíz en nuestras vidas y familias. ¡Hagamos algo por rescatar a nuestros hijos y jóvenes!

Concluimos con esta santa exhortación (Proverbios 24,11):

URGEN LOS VALORES. ¿A dónde se han ido?
Ha donde se hayan ido, traigámoslos de regreso a casa.

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