En una ocasión le preguntaron a Napoleón: “¿Qué se necesita para restaurar el prestigio de Francia?” La respuesta de este gran hombre fue: “ Dénos mejores madres” . ¿No es una respuesta sabia?
En la Unión Soviética , el señor Gorvachov dijo lo siguiente:
“Hemos descubierto que muchos de los problemas de nuestros hijos son que desde su juventud no han desarrollado conductas de moral y cultura, y esto ha sido causado por el debilitamiento de la familia, sus lazos y las responsabilidades familiares”.
Es sorprendente que este gran hombre reconoce que uno de los problemas serios actualmente en Rusia es que los jóvenes no han sido criados en el seno familiar. Ahora entendemos por qué hoy en ese país abundan el crimen, la droga, el alcoholismo y la depravación moral.
El arte de la maternidad demanda mucho entrenamiento y habilidad. No es solamente ser la mesera de la casa o la cocinera, o la que plancha; al contrario, es poder estar con cada uno de sus hijos, conocer sus necesidades y podérselas suplir.
Cuando una mujer ha escogido la gran profesión, el supremo llamamiento de ser madre, aprenderá a someterse a su esposo como al Señor , tal como lo dice el sagrado texto:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella.” Efesios 5:25
Para que una mujer respete a su marido, éste deberá ganarse su respeto amándola , sirviéndola, dándole cariño. Así ella fácilmente se someterá a su liderazgo. Ese es el diseño de Dios, que el hombre lleve un liderazgo de amor en su casa.
En un liderazgo lleno de amor las cosas funcionarán de mil maravillas, pero cuando el hombre se convierte en un dictador o en un tirano, áspero y sin respeto a su esposa, las cosas entonces no funcionarán en casa, y no habrá respeto.
Dios, el Creador de la familia le dijo al hombre: “te haré ayuda idónea” , esto lo encontramos en Génesis 2:18. Dios le llama a la mujer la ayuda idónea , el soporte.
Es hermoso ver cómo una mujer puede ayudar a su marido a lograr metas en la vida. Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y eso es innegable. |