Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub
¿Por qué ahora tenemos una abundancia de estos cuadros clínicos preocupantes en los niños de nuestra sociedad? La respuesta es muy sencilla, es la falta de afecto el principal responsable. Cualquier psiquiatra responsable y estudioso te dará esta respuesta: la falta de afecto. Esa falta de conexión entre el padre y los hijos, es la falta de ayuda y soporte en el desarrollo del cerebro.
Esto es tan crítico en la adolescencia cuando el padre está lejano al muchacho y éste sufre de pronto un golpe terrible como un divorcio o un embarazo a los 13 años. Pero papá, mamá, ¿cómo esperas que tus hijos sean normales si tú mismo no lo eres, que tengan buenas conductas, si tú mismo no las tienes, que no sean violentos y groseros o mal educados o flojos si tú no das el máximo esfuerzo por darles y mostrarles de cerca el mejor ejemplo?
La falta de un cimiento de amor en la familia ocasiona todos estos trastornos mentales en los niños. Esa es la gran respuesta. Los especialistas en el campo de las neurociencias lo están confirmando. Podemos decir que el amor es una necesidad universal porque Dios creó a los seres humanos con la necesidad de recibir afecto y ésta comienza desde el mismo nacimiento.
La investigación médica ha establecido lo siguiente: “La temperatura real del cuerpo de un infante y la producción de sus hormonas de crecimiento, son modificadas por el toque cálido de una madre o una nodriza”. ¡Qué interesante descubrimiento! Es asombrosa la influencia de una madre tierna a través de una caricia.
Durante los 9 meses antes del nacimiento, un niño está protegido por el contacto cariñoso de su madre. Dicen los científicos que desde el momento del nacimiento busca ser estrechado cálidamente por sus brazos.
Desde la infancia hasta la edad adulta, no desaparece esa necesidad de afecto en los niños. Los estudios realizados en los orfanatos oficiales en Rumania confirman lo anterior al revelar que surgen defectos cognoscitivos y emocionales persistentes con mayor frecuencia en los niños abandonados en comparación con los que son criados en un ambiente que los nutre adecuadamente.
Los psicólogos especialistas en la materia enseñan que nunca debemos subestimar el poder de un simple abrazo. Hay poder en un abrazo. Abraza a tu hijo, dale un beso, dile “te amo, eres precioso”. No importa que sea hombre o que sea mujer. Verás el efecto tan profundo que tiene en tus hijos.
El afecto trasmite cuidado, ternura. Nos ayuda a sentirnos cerca de otras personas y relacionados con ellas. Esto es cierto en cuanto a jóvenes y adultos y también para los infantes. Nunca perdemos con la edad la necesidad de afecto. |