Como ya mencionamos, los accidentes son la primera causa de muerte desde los 5 hasta los 24 años de edad.
Son los automóviles los responsables del mayor número de estas muertes por accidente. Las otras causas de muerte accidental pueden ser: ahogarse en una alberca o en la playa, incendios, caídas, intoxicaciones y las descargas eléctricas.
Todos estos son accidentes que pueden suceder dentro del hogar, que pueden ser evitables.
Cuando hablamos de accidentes es importante que tomemos conciencia en este aspecto. La vida es algo muy valioso, no se puede repetir, se nos da en una ocasión y puede durar poco tiempo o puede durar muchos años.
Cuando estamos entendiendo que en estas edades son los accidentes la primera causa por la cual los niños y los jóvenes pueden morir, qué importante es que hagamos todo lo humanamente posible para evitar la presencia de esos accidentes.
Una pareja se une con el objetivo de formar una familia y poder ser felices. Sin embargo, cuando la muerte se presenta, esa felicidad se ve fuertemente perturbada, afectada y por eso en estos casos, cuando estamos hablando de muerte, pues no hay remedio, lo único que hay es la prevención .
Las familias que han experimentado la muerte de un hijo se ven marcadas profundamente por esa desgracia y por eso el énfasis que pretendemos hacer en este programa es: “ Ten cuidado con las actividades de tus hijos, ten cuidado con que eres joven, cómo conduces tu propia vida” .
En el caso de los adolescentes, suele pasar que con el afán de ser independientes o “retadores” se exponen innecesariamente a muchos peligros que los pueden llevar a la muerte o a la incapacidad física.
Todos hemos sido adolescentes; y sabemos que en la adolescencia el joven busca emociones, descargas de adrenalina, pasársela bien, momentos emocionantes, pero también es cierto que en muchos de esos momentos “emocionantes” han llegado a perder la vida o han quedado con algún tipo de incapacidad física.
A nuestros jóvenes y adolescentes les invitamos a saber medir el peligro y a entender que no son superman, ni robots, y que simplemente corren un riesgo innecesario y ese riesgo les puede costar la vida o la capacidad física por alguna imprudencia cometida en esos momentos de impulsividad.
Las conductas retadoras de los adolescentes, impulsivas, su rebeldía, los retos de los amigos, el hecho de empezar a conducir un vehículo, a tomar bebidas alcohólicas o el querer llamar la atención, los lleva a exponer la vida o su integridad física en múltiples momentos.
Por ello es necesario instruirlos desde pequeños, y esta es la labor del papá y la mamá: enseñarles a cuidarse y poner límites en sus acciones y actividades.
En síntesis: el adolescente debe aprender a ponerse límites él mismo; cuando no se pone límites sensatos es cuando se arriesga innecesariamente la vida y la integridad física.
Entre los accidentes que sufren los jóvenes, el primer lugar lo ocupan los que suceden en la vía pública, por choques, atropellamientos o por llevar las manos o cabeza fuera de las ventanillas.
En una ocasión conocí a un joven que tenía como 13 años de edad y no tenía completo su brazo izquierdo. Yo no sabía lo que le había pasado, pero haciéndole la historia clínica, descubrí lo que este joven había hecho en un momento de descuido: sacó el brazo por la ventanilla del auto en que viajaba, y al pasar a su lado otro auto en sentido contrario, le cortó casi desde el hombro toda la extremidad.
Eso es un ejemplo de una tragedia que pudo haberse evitado. Evidentemente que la vida para ese joven cambió; si él pudiera retroceder el tiempo para haber tomado la precaución de no sacar la mano, te garantizo que lo haría, lamentablemente no lo puede hacer.
Hoy ese muchacho no tiene su brazo izquierdo y está viviendo una consecuencia de un descuido. En muchos casos los accidentes, son descuidos, temeridades, el querer ir más allá de donde se debe de ir, el calcular mal un riesgo que lamentablemente llega a costar muy caro. |