Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub
Hemos visto el enfoque científico de los cambios que ocurren en el adolescente y en el padre durante esta etapa. Pero ahora, ¿cuál es el enfoque espiritual? Así como somos cerebro, somos alma también y necesitamos alimento para nuestra alma. Leamos una porción de las Sagradas Escrituras:
Hijo mío, guarda mis razones,
Y atesora contigo mis mandamientos.
Guarda mis mandamientos y vivirás,
Y mi ley como las niñas de tus ojos.
Lígalos a tus dedos;
Escríbelos en la tabla de tu corazón.
Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia llama parienta;
Para que te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña que ablanda sus palabras.
Proverbios 7:1-5
Papá, que nuestros hijos puedan guardar nuestras razones. Tú preguntarás cómo puedes capacitarte para educar a tus hijos. Yo te respondo: en la Palabra de Dios.
Este proverbio nos dice cómo un padre razona con su hijo, sabe guiarlo y conducirlo. Cuando un padre está ligado a Cristo, él es la cabeza del hogar y tiene de Cristo la ayuda necesaria para conducir a sus hijos.
Aunque no sea un sabio ni un erudito en cuando a la psicología y conducta humana, Dios le da la sabiduría y la inteligencia para poder conducir a sus hijos. Sobre todo con el ejemplo. De nada servirían las palabras, ni aún citar las Sagradas Escrituras si no las vivimos en nuestro ejemplo.
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