| Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub Berenice, una adolescente,  nos comenta sobre su adicción al alcohol y los problemas que éste le ha traído:  
                          “Cuando yo tenía 12 años sentí  la necesidad de un escape, pero no de correr. Desarrollé un gusto por el  alcohol, mayormente consumí de lo que había en la casa en ese momento y mis  padres nunca me cacharon; si ellos solamente se hubieran dado cuenta me habrían  matado. Bebí tequila, vodka, whisky, ron y vino junto con mucha cerveza,  bebidas a base de vino y muchos otros tipos de alcohol.  Ahora que tengo 15 años, mi  adicción ha empeorado mucho, estoy tratando de reducir el consumo, aunque no  mucho. El alcohol me da una clase de libertad que yo nunca había tenido antes,  me gusta estar tomando; las únicas veces que desisto es cuando pierdo la  memoria y no puedo recordar las cosas.  Cuando tenía 13 años me metí  en problemas con la ley, me asignaron sesiones de consejería y luego un  tratamiento dentro de un hospital. Yo me enojé porque no podía beber, solamente  quería mi bebida alcohólica. El día que terminé el tratamiento me fui a la casa  y bebí hasta ponerme borracha totalmente, mis padres ni aun así se dieron  cuenta que yo estaba tomando”.  Berenice ahora tiene 17 años, han pasado dos años desde  que nos comentó lo que acabamos de leer: uno lo pasó en una institución para  jóvenes donde recibió tratamiento para el alcoholismo, dejó de beber por veinte  meses y ahora nuevamente reincidió. Este ejemplo nos hace reflexionar en: ¿cómo  es posible que los padres tengan los refrigeradores o las alacenas repletas de  bebidas embriagantes, que son una gran tentación para los jóvenes?  Millones de jóvenes en este continente americano, tienen  la facilidad de acceder al alcohol en casa. Muchos padres compran grandes  cantidades del mismo y lo tienen guardado; los jóvenes beben a ocultas y lo  peor de todo es que los padres ni cuenta se dan. Reflexionemos, papá o mamá, ¿dónde estás? ¿Qué es tu hija  o tu hijo para ti? ¿Los amas realmente? ¿Puedes acercarte a ellos y darles un  beso para ver si no tienen aliento alcohólico? ¿Puedes establecer líneas de  comunicación directas para explicarles los riesgos del alcohol a edad temprana?  Si tú eres alcohólico, ¿podrías dejar tu vicio, tu  egoísmo, tu manera tan fría y calculadora de destruir a tus hijos, aún que no  lo hagas con esa intención, y sacar tu veneno de la casa? ¿Haz pensado en el  daño tan tremendo que produce el imitar modelos?  No estamos hablando de artistas ni de compañías que  destilan veneno, sino de padres irresponsables que se embriagan delante de sus  hijos, que dicen boberías y palabras mal sonantes, que tratan mal a la esposa,  que siempre están con los amigos y no tienen tiempo para acercarse a sus hijos  o a su esposa. ¿Qué ejemplo les estás dando?  Si tú eres un padre irresponsable, con tu ejemplo les  estás diciendo: “puedes embriagarte, no  te pasa nada, el alcohol es bueno”, o bien,  “no me importas, primero soy yo,  luego yo y al último yo”. ¿Regañas a tu hijo porque se bebió una cerveza  cuando tú tienes alcohol en casa, bebes en exceso y, además, lo tomas como cosa  ligera? Los padres tienen las manos llenas de sangre al dar mal  ejemplo a sus hijos, al beber en exceso delante de ellos, al tener en sus casas  los refrigeradores y las alacenas llenas de alcohol, al no instruirlos y al no  estar cerca de ellos. ¿Escaparás del juicio en el día final, padre? ¿Podrás  huir de la presencia del Juez Justo, del que todo lo juzga con rectitud y  justicia? Aún que aquí escapes de la ley y burles a tu conciencia, en aquél día  no podrás escapar; hay una cita para ti a la cual no podrás fallar. Ahí darás  cuenta de cómo destruiste a tus hijos y a los demás que vieron tu pésimo  ejemplo. |