Por: Dr. Salvador Cárdenas
En esta ocasión estaremos hablando de una temática muy importante para los esposos, tanto para el hombre como para la mujer. Es un asunto que se necesita hablar, ya que hay muchas personas que nos hablan para preguntarnos y cuestionarnos sobre algunos aspectos de este tema, que deben ser hablados abiertamente. El tema es la sexualidad en el matrimonio.
Países como el nuestro y sociedades como la que vivimos, tienen un pésimo concepto del sexo, porque se van a los extremos. En uno de ellos se piensa que es lo máximo y que no hay nada mejor, lo que provoca un libertinaje y los jóvenes se desenfrenan. Todo esto tiene que ver con la revolución sexual que se dio en Estados Unidos, en la década de los 60’s, con el movimiento hippie, en el que se hablaba de amor y paz, tomando el concepto “amor” como sinónimo de sexo.
Se le dio un fuerte énfasis al asunto del sexo como si fuera la mayor aspiración en esta vid, por lo que mucha gente va en pos de éste desenfrenadamente y sin restricciones, lo cual no es correcto ni adecuado, ni tampoco contribuye a la felicidad genuina de la vida. Más bien, fomenta una esclavitud y trae consigo muchas situaciones que ponen en peligro la vida, ocasionando un declive moral y la posibilidad de enfermedades de transmisión sexual.
Por otro lado, el extremo opuesto, el cual es totalmente incorrecto, es pensar que el sexo es malo. Muchos conceptos tradicionales o religiosos que se tienen, presuponen que el sexo es malo, que el placer sexual en sí mismo es malo, aún dentro del matrimonio. Este concepto no aparece en las Sagradas Escrituras, más bien se ha extraído de tradiciones ajenas al cristianismo; sin embargo, se pone como si fuera un concepto cristiano.
Ambas posturas son incorrectas y perjudican mucho a las personas, pues fuimos creados con capacidad y deseos sexuales. El sexo no es malo en sí mismo, es bueno y es correcto, me refiero, obviamente, dentro del matrimonio. |