Por: Ing. Gilberto Sánchez
Papá, es tiempo de que cambies tu actitud. Nuestros hijos y adolescentes nos gritan desesperadamente: ¡ámenos, ayúdenos! Pero hoy vivimos una generación de padres que no tienen absolutamente nada de amor. Es hora de que te llenes de amor, que te levantes a luchar por tus hijos, a hacerles entender que estás ahí para ayudarlos y protegerlos y que cuentan contigo como un amigo.
Pero si tú no tienes amor, no puedes ayudarlos. Tus hijos van a la deriva. Debes llenarte de amor, pero no de cualquier amor; debes llenarte del amor de Dios. Las Sagradas Escrituras dicen en 1ª de Pedro 4:8 “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.”
El consejo del apóstol Pedro es tener ferviente amor los unos con los otros. Ferviente amor es una gran disposición de buscar el mayor bien de los demás, con mucha pasión; si tienes esa actitud cubrirás multitud de pecados. Un padre que tiene ese gran amor por sus hijos los está preservando de una vida miserable, para que no terminen en las drogas, el crimen, el vandalismo o el embarazado.
Cuando los hijos tienen ese amor de los padres se sienten identificados con ellos y encuentran un lugar seguro; sienten que pertenecen a algo y no tienen que buscar el amor fuera de la casa. Al contrario, van a encontrar en casa todo lo necesario para ser felices. Un día van a salir de la casa formados como hombres de bien, van a tener un matrimonio estable porque van a tener el ejemplo de papá y mamá, pero eso requiere que tú te niegues a muchas cosas.
Vivimos en una generación muy egoísta, la gente quiere vivir su momento, su libertad y su felicidad, aún a costa de aquellos a quienes dicen amar. En esa búsqueda de la felicidad causan mucho daño y dolor a sus familias y a la sociedad. Cada vez la generación de jóvenes es más violenta, llena de rencor, rabia y odio, porque nunca se les ha brindado el amor que tanto necesitan: el amor de Dios.
El amor por el que Dios entregó a su hijo en la cruz para darnos una vida nueva, por el que nos dio todo para que fuéramos beneficiados, es un amor que no espera nada a cambio. Así debe ser el amor de los padres hacia los hijos, totalmente desinteresado. Es tiempo de un cambio, un cambio en la manera como se conducen las familias. |