Es una etapa crítica del ser humano porque el adolescente siente que no es tierra de nadie, no es adulto, pero tampoco es niño, situaciones contradictorias en su vida diaria le traen confusiones, desea ser más independiente, pero sigue siendo un niño, mira a los menores como inferiores, y a los adultos como un ideal el cual él quisiera alcanzar rápidamente, pero dentro de él, aun está un niño.

Es importante que los padres lo entendamos, es decir, no han tenido aun todo el crecimiento o la madurez en las diferentes áreas del ser humano y específicamente hablando del cerebro, aun no ha habido el desarrollo completo para que ellos estén preparados para responder adecuadamente, emocionalmente a las situaciones que se les presentan. Por lo tanto, a pesar de que veamos a los hijos grandes, a pesar de que los veamos ya desarrollados, debemos comprender que aun están en crecimiento.

Es una etapa en la cual existen muchos conflictos y ellos quieren solucionarlos, es una etapa en la cual hay un anhelo de obtener libertad para llevar a cabo muchas actividades, muchas responsabilidades, pero igualmente es un período en el cual estará aprendiendo y por ello la labor del padre es muy necesaria para poder instruir, para poder formar, para poder orientar, a fin de que él vaya madurando en éstas áreas de responsabilidad que le permitan de manera más sencilla pasar por esta etapa de crisis.

El adolescente tendrá la necesidad de probarse continuamente para saber si puede hacer las cosas y de esta manera él podrá afirmarse, es decir, tener seguridad en sí mismo. Una necesidad de probarse en áreas físicas, en áreas cognoscitivas, en áreas de talentos, para poder tener una cierta afirmación como persona, una seguridad.