Cuidemos a los niños ¡ellos son un gran tesoro en nuestro mundo!

Quiero terminar citando algunos textos de las Sagradas Escrituras, para mostrar lo importante que son para Dios nuestros niños y cómo debemos amarlos y cuidarlos nosotros los adultos.

Hay un texto en el Nuevo Testamento que nos muestra de manera impresionante la importancia que Jesucristo les dio a los niños, Él dice:

“Dejad a los niños venir a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”

También nos enseña que aquella persona adulta que le pusiera tropiezos a la vida de un niño, iba a tener grandes problemas con Dios, eso es lo que decía Jesús:

“¡Ay de aquellos que pongan tropiezo a uno de estos pequeñitos!”

Para Dios los niños son muy importantes. ¡Para nosotros deben serlo también! Debemos darles tiempo, amarlos, cuidarlos. Siempre hay que valorar la vida de un niño.

La vida de un adulto es muy importante, pero normalmente el adulto sabe valerse por sí mismo; el niño no. Él necesita de cuidados particulares según la etapa y la edad en que esté, según su sexo, según su realidad social y emocional, el niño normalmente y por definición es alguien que necesita del apoyo de los adultos.

En el Antiguo Testamento, en el Salmo 127:3 dice lo siguiente:

“He aquí, herencia de Dios son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre”.

Es Dios quien nos permite tener hijos, es Dios quien permite unirse un hombre y una mujer, y a través de esta unión tener hijos. Dios ha bendecido nuestras familias a través de nuestros hijos.

¡Cuánta felicidad nos dan nuestros hijos, cuántos momentos de alegría! Simplemente verlos reír, verlos cómo nos quieren, se acercan, nos dan un beso, nos buscan, nos abrazan, nos muestran su amor por nosotros, cuánta alegría un niño puede dar a la vida de un hogar. Ese niño es la herencia de Dios para nosotros.

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