La felicidad es una recompensa, no un fin

Para estar en un contexto más adecuado de lo que sí es la felicidad, voy a citar al autor de uno de los libros más famosos que existen a nivel mundial, un libro que todo mundo hemos oído mencionar, que se llama “El Principito”, su autor dijo lo siguiente:

“Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin”.

Esta aseveración está hecha con bastante certeza; estas palabras nos ponen en el contexto adecuado para empezar a entender un poco más acerca de la felicidad.

La felicidad no viene por buscarla. Todo ser humano quiere ser feliz, y de hecho todas las acciones que hace y que desempeña son en busca de esa felicidad: busca un salario, un ingreso económico, busca tener estudios, una preparación, se busca un éxito familiar, se busca una esposa, un esposo, se buscan hijos, y todo eso se busca porque se quiere ser feliz.

No se busca todo eso para ser infeliz, sino porque la gente anda buscando su realización, su propia felicidad la cual jamás se encontrará cuando se está buscando como la meta y no como la recompensa de algo; la felicidad así jamás será encontrada.

Por el contrario, es aquí donde empezamos con un detalle acerca de cómo encontrar la felicidad: si usted busca amar y ser útil a su prójimo, quitar de usted el egoísmo, quitar de usted el estar ensimismado y el estar buscando su propia felicidad de forma egoísta, entonces empezará a entender lo que es la verdadera felicidad.

Por eso pocos son verdaderamente felices. La felicidad no puede ser jamás una realidad completa y constante en un corazón egoísta que vive para sí mismo, jamás la felicidad puede ser una realidad en un ser humano que vive de esa manera.

Dios nos hizo de tal forma que nuestra estructura mental, nuestra forma de entender, de pensar, de aprobar nuestros actos, nuestra propia conciencia está hecha de tal forma que el ser humano expresa en esa forma de ser que para ser verdaderamente feliz, tiene que aprender a amar y tiene que aprender a servir y despojarse de su egoísmo.

Para encontrar la verdadera felicidad, la meta no es la felicidad; la meta es aprender a amar, a vencer el egoísmo, es aprender a desinteresadamente serle útil a mi prójimo, la meta es aprender a vivir una vida correcta y adecuada sin estar violando mi propia conciencia; la meta es vivir una vida en la cual estén de acuerdo mi conciencia y los preceptos morales que deben de regir la vida de cualquier ser humano.
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La felicidad no es momentanea, es duradera
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