La felicidad no es momentánea, es duradera

Cuando una persona renuncia a una buena conciencia y persiste en una vida egoísta, podrá tener momentos felices, pero jamás podrá ser una persona feliz.

El que se emborracha está teniendo un momento feliz, está con los amigos jugando cartas, tomando bebidas alcohólicas, diciendo bromas, contando chistes, está feliz ¡claro que lo está! Pero… ¿será un hombre feliz? No, no puede serlo en su egoísmo, esa persona no es feliz, sólo ha tenido momentos agradables en su vida.

El hombre que comete adulterio, va a escondidas a algún hotel, se va con una mujer, cometen adulterio, tienen un momento de placer, y durante ese momento el hombre se siente feliz, contento, pero quizás es un hombre amargado, muy egoísta, y muy infeliz, porque vive para sí mismo, no vive para amar a su esposa y respetarla, no vive para amar a sus hijos y respetarlos y no podrá ser jamás feliz a menos que renuncie a esa vida equivocada y centrada en sí mismo.

Mira lo que el gran filósofo Sócrates dijo hace muchos siglos antes:

“Desciende a las profundidades de ti mismo y logra ver tu alma, la felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta”.

Fíjate, una persona, que era un observador bastante profundo de la realidad humana, que hacía análisis profundos de lo que hay en el corazón, en el alma del ser humano, decía: serás feliz en la medida que tengas una buena conducta, serás feliz en la medida que tus obras sean correctas y tengas una buena conciencia; qué importante es entender esto.

El ser humano creado por Dios, fue creado para vivir en un contexto de una buena conducta, en un contexto de acciones adecuadas, correctas, de pensamientos rectos; viviendo de esa forma el ser humano podrá encontrarse consigo mismo, podrá entender cuál es su verdadero propósito en esta vida, y podrá apreciar lo que es ese tesoro increíblemente hermoso a favor de la humanidad que es una buena conciencia .

Cuando eso suceda, entonces la persona empezará a probar lo que es la felicidad de forma estable, no aquella felicidad circunstancial, no aquella dada por sacarse la lotería o por las copas de vino, no aquella felicidad dada porque se salió con la suya a pesar de que actuó incorrectamente.

La felicidad está estrechamente ligada con tener un buen corazón, con tener esa buena conciencia, ese egoísmo vencido y poner en práctica el verdadero amor que como seres humanos estamos obligados a dar a nuestro prójimo.

El ser humano tiene muchas cosas buenas a su favor, muchos derechos, también tenemos muchas obligaciones morales y espirituales las cuales haremos bien en atender.

Una persona entonces, será feliz en la medida que tenga una conciencia buena, en la medida que se despoje de su egoísmo y lleve una vida útil y de servicio por amor a su prójimo y por amor a Dios, cuando eso suceda, la persona empezará a entender que la felicidad no es circunstancial, sino que la felicidad es un fruto, es una recompensa por el tipo de vida que se ha elegido vivir.

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