Dando el gran paso para ser felices

Cuando una persona empieza a amar a su prójimo, empieza a vivir para amar y servir a su prójimo, esa persona jamás se va a sentir sola, siempre habrá personas que se preocupen por él, que le tiendan la mano, que le pregunten cómo se siente; siempre lo habrá porque la vida está en el amor, la vida está en darte, en preocuparte por tu prójimo, y cuando tú vives de esa forma, ves que los demás también te corresponden de una o de otra manera.

Claro, algunos no te corresponderán, sino que te ignorarán y te querrán ver la cara porque pretender ser bueno y pretender amar en este mundo de maldad y egoísmo no es fácil, pero como tu felicidad no depende en que te amen, eso no te va a amargar, tu felicidad depende de tu dar, del que tú ames. Tu felicidad dependerá de despojarte de tu egoísmo, de darte, de servir, de ser útil en un mundo que tanto necesita de gente que desinteresadamente trate de ser útil, en eso consiste la verdadera felicidad, eso es lo que podemos comprender sobre la vida abundante que Jesús ofrece en el evangelio.

Si tú te das cuenta y te pones a analizar la vida de Jesucristo según viene narrada en los evangelios, El hizo muchas aseveraciones, El dice: “

“Yo no vine para ser servido, sino para servir”

Qué aseveración tan grande hizo Jesús. Si tú te das cuenta, Jesús nunca estuvo en una crisis existencial, diciendo: ¿será que Dios me ama? ¿Será que yo le importo a alguien? ¿Será que la gente me ama o no me ama? Él no vino preguntándose eso, Él vino a amar, vino a servir, vino a darse.

En las páginas de la Biblia , jamás vemos a un Cristo con una crisis existencial. Cuando vemos a un Cristo que lloraba, a un Cristo que se angustiaba, era por amor a su prójimo, era por amor a aquellos que él veía que estaban viviendo de forma incorrecta, no era que estuviera deprimido, triste y que ocupara un diazepán para poderse dormir, o que estuviera ocupando un antidepresivo para poder sonreír, no, ese no era el problema de Jesucristo.

Él vino para darse, para amar, para servir, para poner su vida a favor de los demás, y esa es la invitación que Él nos hace, a entender que este periodo de vida que Dios nos ha dado en este mundo es el momento para darnos, para entregarnos, para servir.

Si usted hace eso encontrará la verdadera felicidad, si usted logra vivir de esa manera despojándose a usted mismo de su egoísmo, de su envanecimiento, de estar centrado en sí mismo y empieza a ver que usted tiene mucho que darle al mundo de forma desinteresada, amando y sirviendo, usted empezará a tener una conciencia que aplauda esas acciones, esa conciencia le dará paz y su corazón tendrá paz y podrá encontrar la verdadera felicidad.

Termino con las palabras de Cristo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. La verdadera felicidad del hombre está en conocer a Jesús, está en conocer a Dios y hacer su voluntad. Que Dios te bendiga.
Programa:
¿En qué consiste la felicidad?
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