El papel de los padres en la formación de la personalidad de los hijos.
 

ˇInstrúyeme! ˇCorrígeme! ˇNo me gusta ser así!
 

Por: Dr. Octavio Maldonado

¿Qué paso la siguiente consulta? Usted no lo va a creer, pero esta niña, apenas entró por la puerta ¡y ya estaba abriendo la boca para que se la revisara! ¿Por qué? Porque había aprendido algo , había sido instruida y entendió que cuando se va al médico se tiene que revisar la boca.

Ella era muy feliz, no guardó ningún sentimiento, no guardó ningún rencor sino que iba con gusto a ver al médico, porque por un lado sabía que le era benéfico, y por otro lado se sentía protegida de que ahí no iba a comportarse de aquella manera que la hacía sentirse avergonzada (me refiero a lanzar patadas y berrinches) porque no había sido instruida.

En otra ocasión me llegó a la consulta un niño que presentaba un problema según la madre. Este niño ya estaba en la primaria, pero tenía la particularidad de defecarse en la ropa.

Era un niño que en la exploración física no tenía ninguna anormalidad en el control de sus esfínteres, simplemente de vez en cuando una o dos veces por semana llegaba el niño a su casa defecado de la escuela.

La madre lo llevó a consulta para ver si había algún padecimiento que pudiera estar condicionando esto, y después de valorarlo y ver que no se trataba de ningún problema hablé con la madre y luego hablamos con el niño y le dimos algunas alternativas, es decir, al niño se le puso un “hasta aquí” y se le instruyó diciéndole tanto a él como a la madre que esto no podía seguir así y que si se volvía a presentar este problema se iban a tomar otro tipo de medidas.

Milagrosamente desapareció el problema y no fue una doctrina de terror, no fue espantar al niño y decirle que le iba a caer alguna enfermedad maligna, simplemente se le instruyó que eso no podía seguir así y que eso le iba a traer otro tipo de consecuencias.

Cuando él vio que su comportamiento no era más negociable, que no podía tener comportamientos de este tipo, sino que había una instrucción que el tenía que llevar a cabo, el niño dejó este tipo de comportamiento.

En otras palabras, la falta de instrucción no sólo puede afectar la personalidad de un niño sino que también lo puede afectar físicamente.
No instruir es dañar al niño
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