Por: Dr. Octavio Maldonado

Cuántas veces he escuchado de los padres de familia: “es que mi hijo no come”, “no le gusta comer más que puros dulces”, “éste puede tomar pura leche todo el día”, etc.

He visto niños que han estado afectados en su desarrollo y recuerdo el caso muy particular de dos hermanitas: una tenía crecimiento normal y la otra tenía datos específicos de desnutrición.

Las dos vivían bajo el mismo techo y las dos vivían bajo la misma madre quien tenía el mismo gran interés en ambas, pero una de ellas tenía la tendencia a no comer y la otra no tenía tal tendencia.

El problema es que la madre no instruyó a la que tenía esta tendencia para no comer, pero lo más grave fue que la falta de instrucción y la falta de corrección no solamente tenían un efecto sobre su personalidad sino que ya la estaba afectando físicamente porque tenía datos de desnutrición.

Sabemos que el 90% del crecimiento del cerebro se da en los primeros 4 años de vida y es precisamente en este momento que la formación de la personalidad de un niño esta íntimamente relacionada con la responsabilidad que los padres tienen para instruirlos.

Ahora imagínese usted dejarle a un niño su propia alimentación a pesar de que no le guste comer, o no coma nada; si no se le enseña que tiene que comer, ¡cuánta afectación no pueden tener estos niños simplemente por una falta de instrucción!

No vuelvas a decir: “así es él”, “así me salió” , ¡no! Instrúyelo y el niño siempre te lo agradecerá.