La importancia del ejemplo en la educación de los hijos.
 

También los neonatos tienen capacidad de imitar.
 

Por: Profr. Juan Carlos Díaz

Me gustaría citar un artículo de la revista JAMAS , (Journal of American Associations). Es una revista que fue publicada, en el año de 1993, y en ella se habla acerca de la influencia que pueden tener los factores exteriores (los ejemplos) para los niños recién nacidos.

“Los neonatos presentan una capacidad y un deseo instintivo de imitar la conducta del humano adulto. Esos lactantes pueden imitar y lo hacen; ha sido demostrado que los neonatos de tan sólo unas pocas horas de vida, adoptan una cierta gama de expresiones faciales del adulto; esto ocurre incluso antes de que tengan la suficiente edad para saber de forma cognitiva que tienen características faciales, es decir que tienen rasgos, cachetes, que pueden moverlos, fruncir el seño etc., y que corresponden con los de las personas que observan.

Este es un instinto muy útil, debido a que el niño en desarrollo debe aprender a dominar un amplio repertorio de pautas de conducta en poco tiempo, es decir, es algo necesario, es algo útil, que tiene una razón de ser, ya que el niño tiene que aprender en muy poco tiempo formas de conducta y por ello tiende a imitar, tiende a observar mucho el mundo que le rodea, para empezar a actuar de la manera que él ve que los demás actúan”.

Estamos hablando de recién nacidos, quienes comienzan a imitar expresiones que observan en las personas que están a su alrededor. Vale la pena comentar que un neonato, no tiene aún completamente desarrollado el sentido de la vista, sino que éste se va ir aclarando en los días subsecuentes, pero aún así, se ha demostrado que tienden a imitar gestos y expresiones que ven en las personas que están a su alrededor. Continúa el artículo:

“Mientras que los niños poseen un deseo instintivo de imitar la conducta humana observada, no poseen el instinto de calibrar a priori, si una conducta concreta debería ser imitada”.

¡Qué importante es esto! Mientras que los niños poseen un deseo (que es por instinto) de imitar la conducta de los seres humanos que observan a su alrededor, no poseen la capacidad de evaluar si la conducta que los otros están realizando le va a producir un bien o le va a producir un mal, si le va a generar un beneficio o le va a generar una consecuencia negativa. Continúa:

“Ellos imitarán cualquier cosa, incluyendo pautas de conducta que la mayor parte de los adultos consideraría como de carácter destructivo y antisocial.”

El balance entre el comportamiento y las palabras
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