Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Es el disgusto o pesar por el bien ajeno, es decir, cuando muchas personas apetecen o quieren esa fortuna ajena y están amargadas con la vida porque no tuvieron dinero, posesiones, amor, felicidad, belleza, éxito.

Y desgraciadamente la meta de la felicidad hoy en día es muy alta y no la podemos alcanzar, o sea, nos fabrican un ser humano que no sufre, muy guapo, atractivo, invencible, que tiene mucho dinero, poder en el mundo, que es el centro de la atención de todos. Es un ser humano artificial, un monstruo que muchas personas al no alcanzarlo, se sienten con una gran envidia de no lograrlo y que otros sí lo logren. Esto produce una queja, una inconformidad.

Muchos matrimonios hoy en día se están destruyendo, porque no tienen el automóvil que desean, la casa que desean, la cuenta de banco, la cantidad de posesiones y bienes materiales, los viajes que quisieran hacer, etc., y esto genera violencia familiar entre el esposo y la esposa, entre los hijos y los padres, disgustos y enemistades, malas palabras, gritos, no hay paciencia, no hay disponibilidad a perdonar.

Cualquiera que sea la causa que produce en ti la amargura, va a traer también vacío, te vas a sentir una persona hueca por dentro, seca, triste, afligida, amargado o amargada, afligiendo a otros, expresando tu queja, expresando disgustos, aflicciones, enojos, corajes, gritos, hablando mal, pensando mal.

Cuántos sentimientos se generan, cuántas intenciones incorrectas. Nuestro carácter se arruina, la amargura y la falta de perdón, es como un veneno que echa a perder todo nuestro hogar, nuestra paz, nuestra felicidad y la vida.

Ese veneno genera odio, rencor, te vuelve una persona dura, corajuda, tu lenguaje hiere muchas veces y es como una ponzoña o maldad que llevas dentro y cuando la comunicas, hieres, lastimas y corrompes a otros.