Por: Profr. Roberto Durán

Si nosotros somos concientes de ello nos daremos cuenta que somos dos personas diferentes y que tenemos que unirnos para hacernos una forma de pensamiento; y esto no es fácil pues los problemas continúan ya que juntamente con el matrimonio viene un cambio de vida sumamente radical.

Cuando uno es soltero, uno puede ir con los amigos, uno puede hacer muchas cosas en la libertad porque no hay una esposa que nos esté esperando en casa, probablemente nuestros padres nos digan algo pero tenemos muchísima libertad, e igualmente las mujeres tienen relaciones afectivas con sus amigas, pueden andar de un lugar a otro, pueden andar ocupando su tiempo en lo que mejor le parezca, pueden ir al cine.

Una es la vida en soltería y otra es la vida en el matrimonio, pero al no entender que hay un cambio de vida radical en la cuestión matrimonial, ahora ese joven marido quiere seguir siendo ese mismo joven en libertad, ese mismo joven quiere actuar como si estuviera soltero y se va al partido de fútbol con sus amigos, o también a disfrutar una película o a hacer algo que le gustaría vivir. Pero cuando llega a su casa encuentra un conflicto con la esposa de mal humor, diciéndole “¿para qué te casaste conmigo?”

Y esto no solamente aplica en la cuestión del marido, sino también en la esposa: la esposa quiere vivir y ser la misma persona pero no ha entendido que juntamente con el matrimonio viene un cambio de vida radical.

Imaginemos por un momento: cuando alguien se va a casar hay la costumbre de algo que se llama la famosa “despedida de soltero”; para algunos es un evento divertido, para otros simple y sencillamente es algo que hace un cambio de vida, pero en lo que sí podemos coincidir es en lo siguiente: todas las conciencias y razones nos están diciendo que habrá un cambio radical y que viene una etapa diferente, una etapa nueva en la cual ahora la persona no será la misma.