La autoestima de los niños
 

Autocontrol y autoestima
 


Por: Profr. Roberto Durán

El investigador Walter Mitchel, profesor de psicología de la Universidad de Columbia hizo un estudio muy interesante. Les ofrecía a un grupo de niños de 4 años una opción: podían comerse un bombón cuando ellos quisieran, y los ponía al alcance de ellos, pero les decía que si se esperaban cuando él regresara al salón, después de llevar un recado rápidamente, entonces les daría dos bombones en lugar de uno.

Salía del salón dejando los bombones muy atractivos para esos niños. Era un suplicio para cada uno de ellos. Algunos se tapaban los ojos porque preferían comerse dos cuando llegara el maestro. Otros cantaban, tratando de evadirse para no caer en la tentación, otros finalmente se rendían y se comían el bombón.

Es algo muy sencillo, pero los investigadores continuaron observando a los niños durante los años de crecimiento. Observaron finalmente lo siguiente:

Aquellos que ejercían el dominio propio eran los que se adaptaban mejor a las circunstancias, poseían más confianza en ellos mismos, poseían un vocabulario más amplio que los otros, obtenían puntajes más altos en las pruebas de aptitud, establecían relaciones más firmes y después conseguían mejores empleos que los que no habían tenido dominio propio.

Cuando enseñamos a nuestros hijos a tener ese dominio propio les estamos guardando de un sinfín de males y les estamos haciendo personas más seguras de sí mismas. Necesitamos dar valor y reafirmar en nuestros hijos esta valía, cada uno tiene un valor infinitamente grande.

No debemos confundir el pensar bien de uno mismo con el orgullo o la arrogancia. Probablemente alguien diga: “desde el momento que les decimos que ellos valen mucho tal vez los estamos haciendo orgullosos y arrogantes”. La verdad es que no.

Pensar bien es todo lo contrario. El orgullo y la arrogancia se basan precisamente en la inseguridad. La humildad se basa en el reconocimiento de la valía propia. La persona que piensa bien de sí misma admite sus cualidades pero también sus debilidades. Mientras que el orgullo niega sus defectos.

La persona que piensa bien de sí misma no practica la humildad falsa, la cual se basa en el auto menosprecio y en el no reconocimiento de la valía propia. Esa persona adopta un corazón humilde que reconoce correctamente su valía y mantiene una perspectiva sana.

Si formamos la verdadera autoestima en nuestros hijos no los vamos a hacer orgullosos, soberbios ni arrogantes, sino personas que saben reconocer sus aciertos y sus errores. Dé valor a sus hijos, reconozca el valor de ellos y promueva la verdadera autoestima. Gracias por estar con nosotros.

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