La formación del carácter de los niños: La obediencia y la autoestima
 

¿Cómo enseñar la obediencia?
 


Por: Profr. Roberto Durán

Continuamente me encuentro con padres que dicen: “es que mi hijo no me obedece, lo regaño, lo amenazo y no me obedece, he llegado a quitarme el cinturón y le doy un castigo ejemplar y veo a mi hijo más rebelde”.

Se cometen errores garrafales. No piense usted que las palizas van a hacer que un niño obedezca. A lo mejor cuando usted tiene esa fuerza lo somete, pero su hijo no ha entendido que someterse es lo correcto, sino que se somete por el temor. Todos los seres humanos podremos obedecer por motivaciones incorrectas.

Si usted es una persona gritona o malhumorada, sus hijos le van a tener miedo, terror, pavor, y cuando usted se acerque van a huir de usted. A lo mejor usted piensa: “después de que le puse “una de esas”, mi hijo me obedeció”. Usted está cometiendo un error.

Cuando alguien obedece por el miedo no es una obediencia real, sino por miedo. El miedo puede hacer que la gente obedezca. El miedo no es la motivación correcta para la obediencia.

Este es un punto sumamente importante. Lo necesario para la obediencia es saber que estamos haciendo lo correcto. Lamentablemente muchos padres no les dan razones a sus niños porque piensan que no razonan o no piensan, pero es todo lo contrario.

Si enseñamos a nuestros hijos que es correcto aquello de lo que les exigimos obediencia, lograremos una obediencia de corazón, que es lo mejor. Si usted logra dar esa argumentación y convencer desde temprana edad a su hijo, éste va a percibir de usted una autoridad correcta.

Algunos padres cometen otro error. Pretenden comprar la obediencia y premiarla sin ningún esfuerzo y dicen: “si me obedeces en esto, te daré aquello”, pero están comprando la obediencia y entonces ya no es lo correcto o lo incorrecto, lo que motivará a los hijos, sino el miedo o el beneficio.

¡Qué terrible es que alguien obedezca por lo que va a ganar y no por principios! Observe lo que en una ocasión me comentó un padre de familia:

  “Mi hijo quiere ver programas en la televisión que para mí son inmorales porque traen escenas eróticas, y no creo que para él sea lo más conveniente pues está entrando en la adolescencia así que le dije que no se lo permitiría, pero mi hijo me contestó que todos veían eso, incluso el vecino y otros amigos permitían a sus hijos ver esos programas y cosas peores. Luego me preguntó que por qué yo no lo dejaba ver eso si realmente no era tan malo. No supe qué contestarle.”

Si usted no les da razones correctas a sus hijos de lo que es correcto o incorrecto, y sólo se concreta a de prohibir las cosas, usted tendrá muchos problemas. Porque el niño está viendo tiranía, lo ve como una persona autoritaria, pero sin autoridad, que únicamente le está impidiendo la felicidad.

Eso es terrible porque cuando la persona ejerce golpes, se genera algo contrario: una mayor rebeldía. Es como si usted quisiera apagar el fuego con gasolina. Y finalmente la llama se enciende más.

Esto es lo que está ocurriendo en muchos hogares. El padre se pone más estricto y lo único que ve es una mayor rebeldía, pues el problema no radica en qué tan duro sea el padre o qué regalo le vaya a dar a su hijo; el problema está en que necesita educar la obediencia en lo que es correcto dando abundantes razones.

Para ello se requiere una vida de continuo trabajo en la formación del carácter. La obediencia no es ciega ni es irracional. Es algo que se ejercita en la voluntad del niño, buscando lo que es correcto y bueno, dándole principios con los que pueda guiarse y escoger lo mejor.

Cuando usted ha fortalecido esa voluntad de su hijo y él es alguien obediente de corazón, no va a caer en las tentaciones que le ofrece el mundo en la droga, en el alcohol, en la sexualidad, en la presión del grupo para vestir de tal o cual forma, sino que va a ser alguien que va a buscar lo correcto al precio que sea, cueste lo que cueste.

Esa es la formación del carácter y es determinante; va a hacer la diferencia en cada ser humano. Si usted logra educar a su hijo en la obediencia, le aseguro, usted tendrá tranquilidad y cosechará los beneficios de una paternidad responsable, será muy feliz, con sus niños, adolescentes, jóvenes o adultos.

Segunda virtud: La perseverancia
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