Alimenta con paciencia el cerebro de tu hijo

El alimento del cerebro son el afecto y el conocimiento. Al poder alimentar nuestro cerebro con experiencias positivas, con buen conocimiento, con afecto, con cariño, nos estamos proveyendo un alimento sano.

El poder consolar a nuestros hijos y ayudarlos a salir adelante en sus momentos de crisis, les provee un muy buen alimento. Comparte con ellos juegos, eventos. Alimenta sus cerebros con buena comida.

¿Estás tú dispuesto a fomentar estas maneras de relacionarte con tus hijos? Que cuando recibes a esos hijos que nacen en el seno de tu hogar los vas a preparar para ser triunfadores y no perdedores?

¿Te vas a preocupar por ellos en brindarles tiempo, en relacionarte con ellos, en conocer que su cerebro está en formación desde la niñez hasta la adolescencia y la etapa adulta? Necesitan de ti, que puedas ser su entrenador para que ellos puedan atravesar esas turbulencias emocionales.

¿Estás tú presente? ¿Son ellos el objeto de tu amor, de tu cariño? Si así es los estás preparando para el triunfo papá, te felicito. Si no haces esto, ellos nacieron para perder.

Los padres deben de entender algo: para que nuestros hijos puedan atravesar desde la niñez hasta la etapa adulta con buenos pensamientos, cariño y afecto que nutran sus cerebros, se tomará tiempo. No estamos hablando de recetas instantáneas.

Hoy en día vivimos en una generación en la cual todo es instantáneo: el café, el horno de microondas, la comunicación, pero hay algo que no es instantáneo, fomentar una atmósfera en el hogar. No es de la noche a la mañana, hay que trabajarla, hay que sufrirle, pero también trae muchos gozos y alegrías.

En esto vemos la ley de la siembra y la cosecha. Cuando un sembrador hecha la semilla a la tierra, no está desesperado al día siguiente viendo si ya brotó el frijolito, sabe que va a tomar tiempo, meses; sabe que dentro de la tierra, esa semilla que sembró está sufriendo cambios positivos, está rompiéndose la corteza, el germen está saliendo, está empezando a encontrar vida por las sustancias que hay en la tierra y después saldrá la matita del fríjol y qué alegría le traerá al sembrador verla y después ver esas vainas.

¿Pero qué sucede cuando el sembrador simplemente hecha la semilla y al día siguiente está rascando a ver qué pasó? Va a fracasar la cosecha y se va a frustrar al no ver fruto, se requiere paciencia.

Los hogares que saben sembrar cosas buenas, van a cosechar cosas muy buenas.

Programa:
Nacidos para perder II: El cerebro se moldea en casa
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La ley de la siembra y la cosecha depende de ti papá
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