Qué reales se hacen las palabras de Dios en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

Cuando nace el niño y tú le provees principios de justicia, de moral, de respeto a Dios, aun cuando ya sean ancianos no se apartarán de este camino, porque su cerebro fue moldeado en casa, su cerebro fue programado para obedecer, no para la destrucción.

Qué hermoso es aplicar el texto sagrado como un complemento al desarrollo no sólo emocional ni físico, sino espiritual de  nuestros hijos. Bien dice en Proverbios 4:20-23 “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones”.

Este es un padre que ama a sus hijos, y les pide que estén atentos a sus palabras, a sus razonamientos y consejos; que enseña a sus hijos a razonar, a tomar decisiones, que no solamente les impone reglas sino que ayuda a la independencia psicológica de sus hijos, o sea, que aprendan a tomar decisiones por sí mismos que sean buenas.

Sigue diciendo Proverbios 4:20-23 “No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón mis razones y mis palabras”.

Cuando un padre sabe estimular el desarrollo mental, el razonamiento, la toma de decisiones, la conducta de sus hijos, entonces éstos habrán encontrado vida.

Cómo me duele de veras, a mí y a muchos consejeros familiares, ver a nuestros hijos tan desorientados, tan faltos de vida, tan secos, tan huecos por dentro, tan violentos, tan aislados, tan solos, tan tristes, no hablan, no se comunican, viven una vida independiente.

No han encontrado la vida, la medicina para su mente como dice este texto sagrado, ya que no hay mejor salud mental que un padre que sabe caminar con Dios y con sus hijos.