Segundo error: el desánimo

Pareciera que en ese tiempo oscuro, donde el trabajo de los padres no luce, nada estuviera pasando. Pero aquellos que no se desaniman, que saben que su trabajo tiene una recompensa están comprendiendo que esta labor formativa está precisamente en el calor del hogar, lejos del público, de la notoriedad del mundo, del aplauso, donde nadie reconoce, donde nadie te dice: qué bien lo estás haciendo, o qué mal lo estás haciendo.

Pareciera que tu trabajo lo estás desperdiciando en la nada, mientras otros padres irresponsables están en fiestas, reuniones, convivencias, o teniendo “éxito”. Hasta pareciera que a ti ni te alcanza el dinero porque todo lo estás invirtiendo en tu familia. Te tengo una noticia.
 
Quizás en este tiempo presente no veas absolutamente nada, pero aquí se cumple lo que dice el dicho popular: “el que ríe al último, ríe mejor”. Y así es. Donde hay una educación correcta, a lo mejor no hay reconocimientos sino labor, trabajo, dedicación, obsérvalo: a su tiempo hallará un gran resultado.

Es triste ver que los padres han evadido su compromiso en la crianza de los hijos, porque los dos se dedicaron a trabajar y prefirieron pagar a una institución, o a una persona, para que “educaran” a sus hijos.

Muchas personas exitosas en la vida se han lamentado de algo: “tengo dinero, tengo bienes, he logrado éxito, fama…”, pero cuando voltean retrospectivamente para ver a sus hijos, se dan cuenta que perdieron su valioso tiempo familiar en horas extras de afán laboral.

A estas personas que voltean retrospectivamente, un cargo de consciencia les queda: “no disfruté a mi familia, mis hijos ya crecieron y no estuve cerca de ellos”.

Lamentablemente llegará el momento en que su hijo sea ya un adolescente y haya desarrollado muchísimos malos hábitos; su carácter será desarrollado, y habrá generado vicios. Alerta papás: todo tiene un tiempo. No sea que el día de mañana te lamentes y digas ¿por qué no aproveché el tiempo para amar a mi familia como debe de ser?

Había un joven israelita que no quería esforzarse, que no quería trabajar, sino que quería disfrutar de la vida; simple y sencillamente disfrutar al máximo de todos los beneficios de esta vida, pero no quería esforzarse.

En aquél entonces, había un rabino muy famoso llamado Hilel. Llegaron con Hilel, y le dijeron: este joven no quiere esforzarse ni quiere trabajar. Entonces Hilel llevó a este joven a darse un paseo. Lo llevó por el Valle de los Hijos de Himnón. En este valle se acostumbraba tirar cadáveres de animales, desperdicios, basura y despedía un olor horrible, insoportable.

Entonces lo acercó a una barranca donde había solamente suciedad, pantano, mal olor. Este joven no pudo soportar el mal olor y entonces Hilel le dijo: “este es el resultado de una vida que no ha servido para amar”.

Cuando alguien se dedica solamente a vivir para sí mismo en sus egoísmos, esto es lo que se genera. Si usted observa una parcela donde se levanta una cosecha abundante, es el producto de un trabajo arduo. En la familia es exactamente igual.

Acuérdese del árbol de bambú, el trabajo que se les dedica a ellos no se ve, pero en su momento observará ese fruto que tanto anhela.

Debes quitarte el desánimo, deja que el sol vuelva a brillar en tu vida, ten una buena disposición de dedicarte a la familia aunque no veas nada, recupera el ánimo. Las cosas pueden cambiar, todo tiene solución.

En una ocasión un padre de familia que conocí hace ya varios años, tenía un problema con una de sus hijas que había perdido completamente todo respeto hacia sus padres. Ella llegaba muy tarde a su casa, respondía con malas palabras a su madre, era una persona ingobernable.

Cada vez que platicaba con este padre de familia decía: “Qué difícil es estar tratando con mi hija”. Y yo siempre le respondía: “debes seguir adelante y no debes de aflojar, aunque veas que las cosas son difíciles o contrarias”. Y él tomó un dicho: “cuando la noche está más oscura, es cuando ya va a amanecer”.

Y es cierto, su hija cambió. Hoy en día es una mujer que le respeta, que le ama, ha cambiado, pero no por una varita mágica, no por un padre que se desanimó, sino por un padre que amó a su hija y le dedicó el tiempo y la constancia para salir adelante.

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Los errores más comunes que cometen los padres en la educación de sus hijos

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