Por: Ing. Gilberto Sánchez

¡Qué tal estimados lectores de Esperanza para la Familia! En esta edición presentaremos la segunda parte del controversial tema sobre la violencia en la televisión.

En el país de Canadá, en el año de 1993, hubo una célebre petición, suscrita por 1.300.000 ciudadanos: que se estableciera una ley capaz de restringir la violencia en los medios.

La Casa de los Comunes, en Canadá, formó una Comisión para estudiar este asunto. Después de hacer indagaciones propias y de escuchar opiniones de muchas audiencias, este grupo de trabajo concluyó lo siguiente:

“El Comité recibió las recomendaciones de los expertos, acerca de que la violencia televisiva ocasiona tendencias agresivas y comportamientos antisociales en los individuos.

El Comité comparte las conclusiones de los científicos sociales, de que las causas de la violencia son muchas, complejas y en ocasiones interdependientes. Sin embargo, la evidencia científica sobre los efectos de la violencia en la televisión, según se nos dijo, es desigual y muy a menudo no concluyente, es débil y contradictoria.

Enfrentados a la difícil tarea de determinar a cual evidencia creer, tenemos que asumir la prudente perspectiva de que la violencia en televisión es uno de los muchos factores de riesgo que pueden contribuir en las tendencias agresivas y en el comportamiento antisocial.

Hemos encontrado claramente que la violencia trasmitida en televisión refleja y moldea actitudes sociales insalubres. El alcance de sus efectos y la naturaleza precisa de la relación causal entre la violencia vista en televisión y la violencia perpetrada en las vidas cotidianas de los canadienses no son claros y requieren de futuros estudios.

El comité ha concluido que aun cuando puede ser menor el riesgo de que la violencia en la televisión provoque tendencias agresivas y antisociales en ciertos individuos y posiblemente nunca sea probado de manera concluyente, tampoco puede ser ignorado.

La falta de conclusiones definitivas de ese riesgo nos han mantenido distantes de recomendar que el gobierno legisle ahora en contra de la violencia en la televisión.

En lugar de eso hemos llegado a la conclusión de que el problema de la violencia en la televisión deberá ser enfrentado de manera cooperativa, por parte de todos los actores, incluyendo la industria, los padres y los gobiernos y con una mínima intervención legislativa.

Legislar contra los contenidos considerados como violentos implican riesgo, entre otros, a la libertad de expresión.”

Este ejemplo que le acabo de dar, refleja en mucho la problemática que hay acerca de la violencia de la televisión.