Los trastornos de la personalidad

 

“Mi paz os dejo, mi paz os doy”
 

Por: Doc. Salvador P. Cárdenas

Así como a usted le hace la vida difícil el relacionarse con ellos, ellos mismos tienen una vida difícil todos los días y qué trágico y lamentable que viviendo en medio de una familia, nadie les pueda tender la mano para ayudarlas. Hay un texto en las Sagradas Escrituras, que dice así:

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”

                                              Mateo 14:27

         ¡Qué importante es entender esto! Dios está hablando de paz, de darnos su paz; la paz que el mundo da es una paz totalmente basada en las circunstancias: “Si todo está bien, entonces tengo paz; si hay un problema, entonces pierdo la paz”.

         Quienes sufren trastornos de la personalidad no tienen paz, tampoco dan paz a aquellos que los rodean y, lamentablemente, estos trastornos son cada vez más frecuentes en nuestra sociedad.

         En medio de problemas y dificultades como estas, la promesa de Dios es como agua fresca para aquél que anda caminando en el desierto; hay tanta falta de paz, intranquilidad, angustia y estrés en el mundo en que vivimos, que hoy te invitamos a buscar la paz en donde se debe de buscar, en Dios.

         Si hay alguien así en tu casa, tiéndele la mano, ayúdalo a buscar un médico o un profesional adecuado para tratar su caso; pero no olvides que la única y verdadera fuente de paz es Dios. Él no da la paz según las circunstancias, sino que la da porque es Dios y, siendo Dios, es todo poderoso para hacerlo.

         Si usted tiene un hijo o un familiar que sufra alguno de estos trastornos, debes entender que Dios dice: “No te turbes, ni tengas miedo”. ¡Si hay solución para ese hijo! ¡Si hay esperanza! Lo que no se vale es quedarnos con los brazos cruzados.

         Somos seres humanos, personas con capacidad de amar y ayudar y Dios no espera menos de nosotros; para eso nos creó con esas capacidades, para ejercerlas, para amarnos y ayudarnos, él mismo nos amó, nos ama y nos tiende la mano.

         Que no se diga: “No hay solución para esto. Estos problemas son demasiado grandes”. Hay excelentes médicos, medicamentos, avances muy buenos en la terapéutica; pero lo más importante, Dios existe y él es la esperanza.

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