Año tras año, millones de jóvenes y adolescentes de América Latina inician su vida sexual y la mayoría lo hace sin tener la madurez, el conocimiento ni la información adecuada para dar un paso que los convertirá en adultos, más allá de la edad fisiológica.

         Este fenómeno ha desencadenado la propia desintegración de la familia como el núcleo más importante de la sociedad, o sea, que los programas de educación sexual lo que han hecho es incrementar la desintegración de la familia.

         Más que una revolución sexual, como algunos han querido llamar al fenómeno de liberación sexual iniciado en los años 60’s y cuyo efecto es aún hoy resentido por la sociedad; en realidad la llamada ‘liberación sexual’ es una antecámara de la muerte, que afecta a millones de víctimas, principalmente adolescentes que son engañados por campañas, incluso de carácter oficial, que inducen a la práctica del sexo sin una mayor responsabilidad, pero eso si, con la utilización de un condón.

         Sólo han bastado algunas décadas para que los usos y costumbres respecto al sexo se modificaran y se asumiera una nueva realidad en cuanto a su comportamiento sobre la acción reproductora del ser humano.

         En las más alejadas y diferentes civilizaciones, tanto en el tiempo como en la distancia, la abstinencia sexual antes del matrimonio era un comportamiento derivado del propio desarrollo humano. Más que una ley religiosa es una ley humana, como producto de la experiencia de miles y miles de años de la misma sociedad en las más diversas culturas, en defensa de la familia.

         Por ello, el valor específico de la abstinencia como una práctica real de nuestra sociedad moderna no puede ser relegada y mucho menos condenada como un mero dogma de organizaciones de carácter moral o religioso. Tradiciones milenarias se han hecho pedazos ante el ataque de quienes han hecho del sexo un negocio más.

         La eventualidad y la casualidad del acto sexual se han transformado en una especie de industria en donde grandes intereses comerciales se enfocan en un nuevo hoyo: el comercio sexual. Pero no sólo el hecho carnal mismo sino en todo aquello que contuviera alguna connotación sexual.

         El efecto se empieza a sentir en muchos países como en México en donde, a pesar de existir fuertes estructuras tradicionales, las estadísticas indican que día a día la liberalidad sexual avanza y hace presas a millones de jóvenes que tendrán que enfrentar una realidad diferente, desde el embarazo no deseado hasta el contagio del sida.