¿Por qué a mí?
Parte I

 

El sentimiento de pérdida
 

Yo te pregunto hoy, ¿verdad que tú has sufrido alguna vez de algo en la vida? ¿Verdad que en esos momentos de sufrimiento necesitamos de alguien que nos escuche y nos comprenda? ¿Verdad que necesitamos hablar? El silencio es un enemigo mortal de aquellos que quieren sanar las heridas que llevan dentro.

         Cuando sufrimos algún tipo de pérdida o cuando perdemos las esperanzas que teníamos, nos preguntamos a nosotros mismos, ¿por qué a mí? Quizá escogiste la pareja equivocada, te equivocaste al elegir con quien compartir tu vida en matrimonio o quizá pensabas que tu pareja realmente te amaba; pero en el momento en que se requería el compromiso, el trabajo, el amor y la protección que debió darte no te la dio, y entonces te preguntas ¿por qué?

         Esos sentimientos se van acumulando y van creando un sentimiento de pérdida, se va guardando un silencio que intenta apagar y ahogar ese clamor profundo de un alma que sufre, de un corazón dolorido, de ese ser psicológico interno que llamamos ‘yo’, nosotros mismos; que tiene que ver con la parte interior del ser humano que ha sido herida y lastimada, porque en aquello en lo cual creyó no obtuvo lo que esperó.

         Ese sentimiento de pérdida lo sufrimos muchísimas personas en la vida, a veces temporalmente, a veces permanentemente. Cuando se pierde a un ser querido se envuelven los aspectos de nuestra vida entera; tanto emocionales y espirituales como físicos de nuestra vida.

         ¿Por qué sufro? ¿Por qué perdí esa esperanza que tenía en el negocio? ¿Por qué perdí esa confianza en mi padre o en aquel líder espiritual, el cual me decía y me señalaba el camino a seguir y de pronto hizo lo que él mismo condenaba?

         Esta confusión surge en las personas; sentir que poseían algo en que confiar, una aceptación y confianza y de pronto perder todo eso. Empiezan a surgir entonces sentimientos de pérdida, estado de luto y tristeza; esa tristeza, cuando se convierte en nuestra peor compañera, no sabemos ni siquiera cómo sobrellevarla y tratamos de apagarla pero vuelve a surgir, vuelve a latir la herida dentro de nosotros y sentimos el latido de esa herida que no se puede curar a pesar de que hemos tratado.

         Lo primero que quisiera decirte el día de hoy si tú has sufrido y estás en una etapa de estrés o sufrimiento, es que necesitas hablar, necesitas buscar la ayuda de un consejero profesional que realmente no busque nada de ti, ni te vea como un objeto, sino que busque hacerte el bien. De esas personas, lo digo con dolor, hay muy pocas y son escasas, pero son de mucha ayuda.

         Lo más importante es que no guardes silencio, tienes que hablar sobre tu problema. Muchas personas que sufren abuso sexual se sienten avergonzadas, además del trauma que les queda; algunas han puesto la queja en las dependencias de gobierno o han visitado al psicólogo asalariado, pero los tratan como si fueran un número más en sus listas de pacientes, no tiene empatía, no lloran con el que llora, no desean restaurar lo que ha sufrido.

Abriendo la fosa del dolor
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