¿Por qué a mí?
Parte I

 

Abriendo la fosa del dolor
 

Cuantos de nuestros hermanos hispanos en todo el continente americano se han topado con gente fría y calculadora que no da respuesta a esa pregunta que surge del alma cuando sufrimos. Sin embargo, el propósito de este programa es buscar hacer el bien sin esperar a quien, por cuanto hemos recibido mucho de Dios y de la vida; hemos aprendido mucho a través de experiencias, nos hemos preparado y Dios ha preparado nuestro corazón para poder tener la empatía y sensibilidad al ayudar a otros.

         Pero no solamente en este programa hay muchas personas que están dispuestas a ayudarte. No guardes silencio después de que eres abusado, ¡tienes que buscar ayuda! Si la persona que te está ayudando no sirve en sus consejos, déjala. Si te hiere más de lo que te ayuda, busca a la persona ideal.

         Pero tienes que abrir tu corazón, no encerrar tus sentimientos ni tratar de apagarlos a través de autoflagelarte, de echarte la culpa, de llevar esa penitencia continua dentro de tu alma; o a través de utilizar algún medio artificial, como las drogas o el alcohol, para tranquilizar el dolor y ahogar el grito de angustia que brota del abismo, del pozo insondable de tu sufrimiento, que muchas veces se apaga cuando llega a tus labios, se atora en tu garganta y se hace un nudo que no lo deja salir.

         Necesitas abrir esa fosa del dolor, desenterrar los huesos que están sembrados del pasado. Vivir con esas cosas no se puede; vivir con un hombre que de continuo abusa psicológica o físicamente de ti, con una mujer que te lastima o con un problema que va más allá de tu capacidad humana y de tus fuerzas naturales, no se puede.

Vivir así causa efectos negativos en tu cuerpo, mente y estado anímico y vas ir envolviéndote cada vez más en el problema que se irá haciendo más complicado cada vez. Pueden pasar muchos años para que abras el sepulcro lleno de huesos, del cadáver que estabas escondiendo por vergüenza, dolor, orgullo, miedo a hablar o porque cuando quisiste hablar para recibir ayuda no la obtuviste; al contrario, lo único que obtuviste fue confusión. ¡Busca ayuda!

El sentimiento de vergüenza
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