¿Por qué a mí?
Parte I

 

El sentimiento de vergüenza
 

Una de las causas por las cuales las persona que sufren abuso sexual no hablan, es la vergüenza. Es lógico entenderlo, cuando eres abusado sexualmente por un ser querido, por ejemplo, guardas silencio.

         Durante muchos años la mujer de la que te hablé al principio sufrió y no supo amar a su marido porque el recuerdo, el dolor de su pasado, estaba presente todos los días de su vida; al cocinar, al tener relaciones sexuales con su esposo, al tratar de relacionarse con sus hijos. Se sentía incapaz, indigna, inútil, sucia y sin esperanza. Pero un día encontró a alguien en quien podía confiar, a quien podía abrir su vida y decirle lo que le pasó.

         ¿Por qué lo calló tantos años? ¿Por qué llevó ese sufrimiento sola? Muchos años intentó descansar en sus propias fuerzas, tantos años tuvo que llevar el luto y el dolor del latido de esa herida viva en su interior. Ese es el drama que viven millones hoy en día. Muchas personas atraviesan por ese valle de dolor y lágrimas solas, sin ánimo, sin consuelo ni fortaleza, sin apoyo, amor ni afecto.

         Viviendo, como dicen las Sagradas Escrituras, “…sin Dios y sin esperanza…”, trayendo también problemas de salud, cansancio inexplicable, pérdida de apetito o hambre excesiva, tristeza, cambios en el estado de ánimo, pérdida de sueño o sueño excesivo, dolor y vergüenza.

         Ocultar las heridas no es bueno, debes hablar. Cierto es que no con cualquier puedes hablar; hay personas perversas que se aprovechan de oír las desgracias que has vivido para sacar provecho y ventaja de ti, explotándote psicológica o físicamente. Ese es el caso vergonzoso de muchos líderes religiosos; personas necesitadas se acercan a ellos con problemas serios y les abren sus vidas, pero en vez de encaminarlos a la verdad, se aprovechan de su dinero y en algunos casos, abusan de los afectos y sentimientos para llegar finalmente al abuso sexual.

         ¡Qué dolor y vergüenza que escuchemos o leamos estos casos! ¡Qué tristeza ver la falta de desarrollo en muchos niños que crecen sin protección, sin valores ni desarrollo moral, que no son tomados en cuenta, que son sólo objetos!
 
         Te sientes con tan baja autoestima y tan indigno que te empiezas a depravar moralmente, porque sientes que no vales nada. Quizá buscando una migaja de afecto te irás con aquellos que fuman, toman o tienen sexo fuera del matrimonio; después de eso, te sentirás indigna jovencita, joven, a ustedes les hablo el día de hoy.

         Quizá te sientes rechazado por tus propios padres o seres queridos, quizás fuiste abusado; tal ves nadie te entendió o tal ves no has hablado de ese abuso sexual del que fuiste objeto. Lo único que estás logrando al desviarte en esa vida moralmente perversa de homosexualismo, de drogadicción, de fornicación y de alcoholismo es hundirte más en el pozo insondable, en el abismo impenetrable del dolor hasta que llega un momento en que tu propia conciencia se anestesia y sientes dolor y vergüenza por tu pasado, pero ya no te duele más tu problema, ya te acostumbraste a vivir en esa situación.

Por eso el primer consejo es hablar; cuando no hablamos estamos sepultando voluntariamente las heridas del pasado en un sepulcro, el cual se va a abrir constantemente y nos vamos a horrorizar de ver el cadáver y los huesos muertos y secos del dolor.

¡Claro que hay esperanza!
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