Ciertamente, algunos estudiantes tienen habilidades naturales, pero mucho de lo que hace a Juan un gran lector son las estrategias que se pueden aprender.  Tú, como padre puedes ayudar a tu hijo observándolo cuando está leyendo, pero trata de hacerlo discretamente.
        
         Apunta las cosas que observas, tales como: dónde lee, si usa el dedo para apuntar a cada palabra, si mueve sus labios al leer, si pierde concentración, si se detiene mucho a buscar las palabras que no entiende en el diccionario, etc. Usa las respuestas a las preguntas anteriores para poder evaluar a tu hijo.

         ¿Qué tan importante es la velocidad de la lectura? El leer frecuentemente es el primer factor para poder leer rápido; como dicen muchos: “La práctica hace al maestro”. Lo más que tú acostumbres a tu hijo a leer, lo más rápido que él lo hará.

         Los bueno lectores saben qué información es importante en la lectura y cual se pueden saltar; ellos ven un grupo de palabras en vez de una palabra a la vez y mueven sus ojos más rápidamente.

         Como todo en la vida, la lectura se mejora con la práctica. Hay muchos ejercicios que se pueden realizar para mejorar la lectura, por ejemplo:

• Tómale el tiempo al momento de leer, en forma de juego o competencia.

• Enséñalo a buscar información específica en el texto y no leer palabra por palabra.

• Enséñale que hay un propósito para todo lo que uno lee.

• Anímalo a leer más y más conforme pase el tiempo, sólo 15 minutos al día de lectura cuentan por 18 libros al año, a una velocidad promedio de lectura.

         Si tu hijo batalla para leer por largos periodos de tiempo, ponlo a leer por menos; empieza con 5 o 10 minutos y le vas aumentando. ¡No menospreciemos el tiempo! Muchas veces pensamos que poco tiempo no significa nada, pero estamos dando una prueba de que 15 minutos de lectura al día en tu hijo, significan 18 libros al año a una velocidad promedio.