Los estudios sugieren que la incapacidad para adaptarse al estrés está asociada con la aparición de depresión y ansiedad. En un estudio se concluyó que en dos terceras partes de los sujetos que experimentaban una situación estresante durante casi 6 meses, el riesgo de desarrollar depresión en un mes era más frecuente.

         Alguna evidencia sugiere también que la liberación continua de hormonas que están relacionadas al estrés produce hiperactividad en el axis adrenal pituitario del hipotálamo y causa un disturbio en los niveles normales de serotonina, una sustancia que es importantísima para sentirse bien.

         Estos altos niveles químicos de serotonina causados por el estrés disminuyen la calidad de vida, reduciendo los sentimientos de placer y bienestar. ¿Qué sucede, entonces? Pues las relaciones interpersonales se vuelven estresantes.

         El estrés no sólo afecta psicológicamente, también afecta en la memoria, la concentración, el aprendizaje y tiene importantes efectos en el cerebro. ¿No se le olvidan las cosas frecuentemente? Si eres joven y no tienes ningún problema médico relacionado con la pérdida de memoria mental, pero aún así estás olvidando muchas cosas, lo más probable es que padezcas estrés crónico.

         La persona que sufre de estrés severo experimenta falta de concentración en el trabajo o en el hogar y se vuelve más propensa a los accidentes. En los niños, por ejemplo, la respuesta psicológica al estrés puede inhibir el aprendizaje. En los mayores, alguna pérdida de memoria puede ocurrir con la edad, pero el estrés puede jugar un papel más importante qué el mismo proceso de envejecer.

         En un estudio en personas mayores con bajo estrés se probó que, tal como las personas jóvenes, pueden tener un buen nivel de vida pero cuando aumenta el estrés, éste disminuye. También hay personalidades corajudas y enojonas, quienes son menos estables emocionalmente y tienen grandes niveles de estrés; ellos tienden a experimentar eventos específicos de mayor estrés que otras personas.

         Algunos expertos llaman a la respuesta exagerada al estrés ‘catastrófica’, o sea, las personas que son emocionalmente inestables convierten un evento no catastrófico en catástrofe. Esto hace que la persona responda a esa situación adversa de forma hostil, enojada y que puede poner en peligro el corazón.

         En una ocasión me enteré de un caso que nos puede servir de ejemplo: una mujer que padecía ansiedad, tenía mal carácter y no tenía dominio ni control de sí misma, llegó a su negocio y se encontró con que había una pérdida importante de clientes por un mal manejo que realizaba el administrador. Hizo un coraje fuerte, volvió catastrófica la situación y, en ese mismo instante, murió de un ataque al corazón. Tenía 55 años, sin problemas cardiacos pero con altos niveles de estrés; ante una situación que otra persona hubiera tomado más calmadamente, esta mujer no supo controlar su temperamento y su carácter fuerte.

         Estudios entre el año 1998 y el 2000 han mostrado una asociación entre las mujeres y la irritabilidad, la hostilidad, el enojo y el estrechamiento de las arterias, este es un factor de riesgo muy alto para las enfermedades del corazón. El estudio reportó que la persona que aprende a controlar su temperamento disminuye las probabilidades de una enfermedad del corazón.