El adulto mayor en la familia

 

Todo por servir se acaba
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

La tercera edad, como todas las etapas de la vida del ser humano, es una en la que puede haber cosas muy hermosas. Para algunas personas, que lamentablemente no son la mayoría, puede ser una etapa en la que se jubilan y en la que se puedan dedicar a disfrutar de su familia, de sus nietos, etc. Tal vez puedan retirarse para tener una vejez digna, es decir, disfrutar de su pensión conviviendo con la familia, viajando, etc.

         Hay quienes desarrollan un proyecto o alguna otra actividad que les permite distraerse y no sentirse inútiles o caer en un estado de tristeza o desánimo. Por otro lado, hay personas de la tercera edad que tal vez no tuvieron tantas facilidades en la vida y que cuando llegan a la tercera edad tienen muchos problemas, tienen que trabajar y tienen que enfrentar situaciones difíciles.

         Muchos abuelos se tienen que enfrentar a situaciones como el divorcio de alguno de sus hijos, y a veces algunos nietos quedan a su cargo. ¡Qué pesado es a veces llevar esa carga! Los niños no son nunca una carga, pero hay que ser realistas: los niños son muy activos, tienen mucha energía y a veces un abuelo ya no tienen las fuerzas para estar detrás de ellos, ya no tiene el ánimo para disciplinar y corregir al niño para que se forme en él un hábito de disciplina y de orden.

         Lejos de ser de provecho se vuelve una situación muy difícil de manejar, no porque no se quiera sino porque tal vez la persona se encuentra enferma o ya no se puede mover. Empiezan a caer en estados de desesperación y desánimo, porque sí les preocupan sus nietos pero ven con impotencia que no pueden hacer nada por ellos.

         Debido a esas condiciones de vida no podemos negar que puede ser una etapa difícil en la vida porque las facultades físicas y mentales se van perdiendo. Cuando la persona está joven puede realizar muchas cosas, pueden establecerse objetivos conforme a su capacidad y posibilidades, y tratar de lograrlos y conseguirlos.

         Pero llega un momento en que esas fuerzas se van acabando: ya no son las mismas piernas, ya no son los mismos brazos, ya no es la misma capacidad visual ni auditiva, también la mente empieza a tener problemas. Es decir, el cuerpo empieza a sufrir el paso del tiempo, el desgaste de los años, las malas decisiones tomadas durante la vida, como el consumir drogas, desvelos, fatigas, etc. Finalmente, los años no pasan en balde.

         La salud se acaba, viene la miopía, la persona ya no puede ver; si antes manejaba pues ahora ya no puede manejar porque ya no ve o ya no oye. Lamentablemente, muchos ancianos tienen que quedarse solos en la casa, viven en mucha soledad.

         También tienen problemas como desgaste en sus articulaciones, alteraciones en la presión sanguínea, el mal de Parkinson o el Alzheimer, que es una forma de demencia que hace que se olviden de las personas, no las reconocen, etc. Todos estos son problemas que los ancianos tienen que enfrentar y que vuelven complicada esa etapa de la vida.

La soledad y la tristeza, fieles compaņeras
Condiciones Legales de Uso | Derechos reservados 2012 ©